En el año en el que El Eternauta (Oesterheld-Solano, 1957) fue publicado, las invasiones de extraterrestres que aparecían en el ámbito anglosajón eran sobre todo, reflejos del temor a la inestable situación que en plena Guerra Fría se vivía. Pero el resto del mundo tenía además de esta, otras preocupaciones más inmediatas y que afectaban de manera más directa y en ocasiones dura, sus vidas. En el mundo hispano de ambos lados del océano, los problemas provenían de regímenes dictatoriales y sociedades de cultura militar impuesta.
sábado, 4 de junio de 2022
En el año en el que El Eternauta (Oesterheld-Solano, 1957) fue publicado, las invasiones de extraterrestres que aparecían en el ámbito anglosajón eran sobre todo, reflejos del temor a la inestable situación que en plena Guerra Fría se vivía. Pero el resto del mundo tenía además de esta, otras preocupaciones más inmediatas y que afectaban de manera más directa y en ocasiones dura, sus vidas. En el mundo hispano de ambos lados del océano, los problemas provenían de regímenes dictatoriales y sociedades de cultura militar impuesta.
lunes, 3 de enero de 2022
Desde hace 55 años que Star Trek o Viaje a las Estrellas viene mostrándonos que lo importante no es alcanzar un horizonte lejano y utópico, sino que el objetivo es el propio viaje al recorrerlo. Un camino que la Humanidad viene realizando en su lento deambular alrededor del Sol, tropezándose continuamente con sus inevitables defectos. La Star Trek original, conocida como TOS (Trek Original Series), nos mostraba a una tripulación interdisciplinar, interracial y en la que el género no era tan siquiera un asunto del que se hablara. Su autor, Gene Rodenberri, no pretendía mostrar un futuro en el que no hubiera problemas, sino uno en el que la Humanidad sabía enfrentarse a ellos como equipo, como colectivo. Desde entonces, aquella pretensión ha ido sufriendo desgaste ante el roce con el resto de la producción cultural, obsesionada con la reproducción mimética de los problemas del presente, extrapolados y llevados a sus consecuencias más exageradas, asumiendo que no hay nada que hacer al respecto y prácticamente, convirtiéndose en profecía autocumplida.
Star Trek Next Generations (TNG) estiró la idea inicial y permitió que la saga alcanzara el fin de siglo, pero su importante ―aunque limitado― aporte de nuevas ideas, quedó parcialmente oculto tras la repetición de los mismos clichés de décadas anteriores. Esto hizo que los acontecimientos del siglo entrante se la llevaran por delante. Star Trek dejó de existir a pesar del intento fallido —para algunos— de Enterprise. Antes de esto, un suceso iba a señalar una circunstancia que actualmente, más de dos décadas después, continua definiendo nuestro día a día —pero en el mal sentido—: en un buen intento por mantener la saga viva, Espacio Profundo Nueve mostraba otra visión del universo Trek, pero fue entonces cuando el fenómeno social por el cual alrededor de un concepto cultural se creaba una legión de seguidores y constituía su éxito, comenzó a desvelar un oscuro aspecto: un sector de la comunidad de aficionados de la franquicia «entregados» a la causa trekkie y aferrados al concepto original, no lo asimilaron y lo consideraron como algo cercano a una herejía, una traición al «espíritu» de la saga. Lo paradójico de todo este asunto es que ocurría sobre una idea que pretendía que la humanidad fuera flexible, tolerante, comprensiva y se adaptara a los tiempos para resolver los problemas, no para crear otros nuevos. Una contradicción que viene persiguiendo a la humanidad desde que comenzó a caminar. Espacio Profundo Nueve era una historia ambientada en el mismo universo, pero en una situación diferente, por lo que la respuesta y la acción de los personajes no tenía porque ser la misma que la de TOS. Sí debía de ser, no obstante —y así de hecho cumplía la serie— la filosofía subyacente con la que se manejaban las situaciones, que en este caso no eran insondables misterios de zonas desconocidas del universo, sino de la convivencia de varias razas enfrentadas entre si en un área fronteriza del estado político formado por la Federación de Planetas. Efectivamente, en el universo imaginario creado alrededor de la saga original, no todo el mundo embarcaba en misiones de cinco años a lugares donde nadie había llegado antes.
Tras el cambio de paradigma en el mundo audiovisual, con el mítico reinicio de la saga Battlestar Galactica, faltaba que esta transformación cultural alcanzase al universo trekkie. Y así parecía ser cuando se anunció que una nueva serie ambientada en dicho universo iba a aparecer: Star Trek: Discovery. Ya desde el principio avisaron que cambiarían el foco: la serie no estaría centrada en el capitán, y que sería mujer. Es decir, no solo desafiaban la inercia cultural de presentar como protagonista a un hombre, sino que también se pretendía desafiar al propio concepto de orden jerárquico, y por consiguiente, al concepto de meritocracia, fundamental en el universo de Star Trek y objeto de gran controversia hasta nuestros días. Esta declaración de intenciones era un aviso de lo que iba a venir.
La protagonista
Una mujer, de raza negra ocupando posiciones inferiores en la jerarquía organizativa. Además, engreída, prepotente, desafiante, insubordinada, sabelotodo y con necesidad de ser continuamente el centro y creer que de ella depende la responsabilidad, le corresponda o no, de salvar a todo el mundo. Alguien podrá pensar que estoy siendo despectivo, racista, misógino y puede que un montón de cosas más. En estos términos se han estado dando divisiones entre los aficionados, protagonizando discusiones polarizadas al máximo, desgraciadamente, tan clásicas y que tanto abundan en estos días. Los aficionados se culpan unos a otros, no por lo que piensan sobre la obra, sino por el mero hecho mismo de pensar algo diferente a «lo correcto», que suele coincidir curiosamente con lo que le conviene a cada uno. En definitiva, verdaderas aberraciones a estas alturas de siglo. Volviendo al tema, al parecer, pocos han pensado en la posibilidad de que los creadores de la serie hayan puesto a esta protagonista así, intencionadamente, con esa personalidad y esas características. Y tendría sentido y sería coherente con lo que se ha visto en la saga: Michael Burnham (Sonequa Martin-Green) está desde los inicios moviéndose en el terreno de lo ilegal, lo irresponsable y lo temerario, por lo que no logra ser comandante hasta... ¡la cuarta temporada! El único que confía en ella resulta ser un intruso de un universo paralelo «oscuro» ―un clásico de la saga, sin embargo, tal vez la parte más incoherente―. Su hermano, nada menos que Spock (Ethan Peck), la define con precisión y hasta que él aparece nadie la pone en su sitio ―lo que repetiría el Almirante de la flota en la 3ª temporada― confirmando que su hermana es realmente así, no es que nosotros seamos «malos» por pensarlo. Discovery, continuando con la filosofía del universo Trek, nos hace enfrentarnos a nuestros prejuicios y nos obliga a replantear que incluso la gente que pueda parecernos impertinente en un principio, merece también una oportunidad.
La jerarquía y los roles
Los géneros
«no es como si estuviéramos teniendo un episodio especial de dos horas sobre las relaciones homosexuales en el espacio. No es eso. Simplemente están enamorados y resultan ser compañeros de trabajo»
Es decir, que sean pareja no es más que una circunstancia como tantas otras, y las consideraciones sobre la relación en sí quedan embebidas dentro de la trama, como algo absolutamente habitual. Además, por primera vez se introduce una pareja transgénero y «no-binaria» —confieso que era la primera vez que oía hablar de este rol de género, así que en mi caso ya han logrado algo. Eso sí, la pareja que forman sigue siendo binaria, es decir, de dos—. Están interpretados por Blue del Barrio y Ian Alexander cuyos personajes así como los actores en la vida real, usan pronombres neutros. Hay que señalar que no obligan a nadie a usarlos, simplemente piden a las personas de confianza que se dirijan a ellos de esa manera —sin apuntarles con un fáser, lo que es un detalle—.
El problema
Star Trek: Discovery, a pesar de no seguir el mismo patrón que la serie original, emula parte de sus pretensiones de innovación social, pero aplicadas a las circunstancias y público actual. Pero no todo el mundo lo ve de igual manera. El movimiento social que se originó alrededor de una serie de televisión en el año 1966, y que entonces fue un suceso único en la historia, es hoy en día algo habitual. Foros y redes sociales arden en discusiones enfervorizadas, verdaderas luchas tribales entre fanáticos seguidores de una u otra saga cultural. Las corporaciones de entretenimiento se frotan las manos mientras tanto, pero en el caso de Star Trek, esta situación choca por completo con lo que se pretendía: una humanidad que ha dejado atrás los enfrentamientos basados en la emotividad, viscerales, con escasa o nula racionalidad. La serie pretende poner patas arriba las convenciones sociales para que dejemos atrás de una vez por todas algunos prejuicios que todavía se siguen sin superar. Esto es loable, por supuesto, pero incluir en una misma obra todos y cada uno de ellos, afecta a la historia, forzándola a desviarse, por mucho cuidado que se haya hecho intentando que las reivindicaciones sean implícitas. Lo han convertido en su principal objetivo, dejando con poco protagonismo otros aspectos igualmente característicos del universo Trek. A pesar de todo, en Star Trek: Discovery todos los personajes tienen un gran trasfondo y están bien construidos, la tercera temporada es un mensaje de esperanza y optimismo característicos de la filosofía Trek y la cuarta, con Burham de capitán y enfrentándose a un enemigo desconocido capaz de destruir planetas, es lo más parecido a la serie original hasta ahora. Sin duda, es una buena serie, pero tal vez, no sea la serie que todavía seguimos esperando.
Esta entrada fue publicada anteriormente en el blog de Planetas Prohibidos
sábado, 31 de julio de 2021
- Y: The Last Man (2009)
Un cómic que según cuentan los aficionados que han tenido la oportunidad de conocerlo, es de las mejores sagas del noveno arte realizadas. Todo comenzó en el ya lejano 2009 como una propuesta de adaptación a película protagonizada por el inefable Shia Labeouf, pero que tras vueltas y dudas durante años, ha acabado convirtiéndose en una serie de TV prevista para septiembre de 2021, cuyo primer teaser trailer acaban de publicar. - Source Code (2011)
Dirigida por Duncan Jones y escrita por Ben Ripley, la película mostraba una manera distinta y original de tratar las paradojas temporales, la consciencia humana y sobre todo, la relación entre ellas. Creaba un marco de posibilidades enorme para ser exploradas. Se anunció su adaptación a serie de TV el mismo año de su estreno en un medio de habla inglesa, pero no se ha vuelto a saber nada. - Half-Life (2013)Los videojuegos son una fuente cada vez más habitual de contenido para ser adaptado a otros medios: Doom, Resident Evil, Tomb Raider, Uncharted y recientemente tras proponerse primero como película, The Last of Us será finalmente una serie de televisión. Pero los que hemos probado Half-Life sentimos que fue una experiencia de juego distinta y probablemente, complicada de adaptar a una pantalla distinta a la de los videojuegos. De mano de J.J. Abrams se anunció lo que en un principio era una película, a la que se añadió la opción de adaptar Portal, el también exitoso juego de la misma compañía de un ambiente similar. Pero la agenda del famoso productor cargada de proyectos desde entonces y la dificultad de adaptar estas obras, han provocado que de momento solo será este último el que saldrá a las salas de cine. Si es que sale.
- La liga de los hombres extraordinarios (2013)
Si bien es cierto que la adaptación a película del 2003 no fue gran cosa, el cómic original merecía un mejor trato. Una serie televisiva donde los personajes pudieran ser mejor desarrollados y no «dejados caer», como suele ser habitual en algunas producciones cinematográficas ―cuyos directores luego cogen cuatro retales y realizan cosas como The Newers, ambientada en una época victoriana similar a la obra de Alan Moore y Kevin O'Neill, de la que estoy seguro que podría salir algo mejor―. - El hombre de los 6000 millones de dólares (2014)
Cuando apareció la serie de televisión recuperada de los años 70 La mujer biónica (2007) me llamó la atención que ignorasen la serie de la que partía ―El hombre de los seis millones de dólares― también de la misma década, basada a su vez en la obra literaria Cyborg (Martin Caidin, 1972). La respuesta vino cuando se supo que estaba en preparación la vuelta a la pequeña pantalla de la serie ―victima de la inflación― nada menos que con Mark Whalberg de protagonista. - Hyperion (2015)
Dan Simmons es el autor de Los Cantos de Hyperion (1989~1999), una space-opera épica que a pesar de ser relativamente moderna huye de las tendencias de ciberpunk de la literatura coetánea, resultando una extraordinaria obra de aventuras al modo clásico pero sin dejar de dar su aporte original. En principio, una obra cuyas características la hacen idónea para ser adaptada a la pantalla. Miquel Barceló describía así al autor:«dispone una capacidad especulativa que nunca quedará plasmada en las obras de terror [..] he temido demasiadas veces que el mercado [..] le apartara para siempre de la ciencia-ficción» —prólogo de Endymion
Pues bien, a pesar de que en junio del 2015 en diversos medios ―de habla inglesa primero y en el portal Fantífica después― anunciaron con bastante seguridad que iba a ser adaptada a serie, lo cierto es que no se ha sabido nada de este proyecto desde entonces. Todo apunta a que los temores de Barceló no eran infundados ya que finalmente lo único que se ha visto adaptado a un medio televisivo ha sido su obra The Terror. - Pórtico (2015)La saga de los Hechee es otra extraordinaria e inusual saga de ciencia-ficción. Su autor, Frederik Pohl, presenta un planteamiento inicial suficiente para romper todos los esquemas hasta al más experimentado aficionado. Pórtico (1977) es el primer volumen y al igual que en el caso anterior, SyFy anunció en el 2015 su adaptación a televisión. De nuevo, nada más se ha sabido de este proyecto. No es anecdótico señalar que el estreno en 2014 y el éxito posterior de la también adaptación de una saga literaria The Expanse, podrían haber eclipsado el resto de proyectos. Que luego vendieran los derechos de esta serie a Amazon Prime, dice algo del interés que ha quedado por los demás.
- Trilogía de Marte (2015)
El año 2015 fue el de las propuestas de adaptaciones de sagas literarias que no se han llevado a cabo hasta el momento ―salvo El Fin de la Infancia (Arthur C. Clarke, 1953) que sí llegó a las pantallas―. A las dos anteriores se le suma Trilogía de Marte, la epopeya de geoingeniería planetaria de Kim Stanley Robinson, considerada un modelo de precisión científica especulativa. En esta ocasión sí que ha habido noticias, aunque no fueron buenas: fue propuesta en el año mencionado para ser puesta en pausa al siguiente. - Juez Dredd (2016)
De lo más original y relevante que nos dejó el mundo del cómic de finales del siglo pasado, con sus superhéroes desgastándose poco a poco, fue la obra del guionista John Wagner y el dibujante Carlos Ezquerra. Páginas de brutal critica al sistema cuya adaptación protagonizada por Silvester Stallone en 1995 no le hacía «justicia». Tal vez por eso cuando Karl Urban se presentó con Dredd (Pete Travis-Alex Garland, 2012) nadie esperó mucho de esta segunda adaptación a la gran pantalla. Sin embargo, todo aquel que le ha dado una oportunidad ha visto como la película esta vez sí, hace honor al espíritu del cómic además de aportar su propia visión. Los aficionados han estado pidiendo una segunda parte y sus deseos parecía que iban a convertirse en realidad aunque en forma de serie. Pero al igual que la justicia, todo va muy lento. - Extranjero en Tierra Extraña (2016)El canal SyFy todavía iba a dejarnos con la miel en la boca una vez más, anunciando que iba a adaptar una de las obras más singulares y donde le da un repaso a todos y cada uno de los valores y prejuicios de la sociedad occidental, al más puro estilo de su autor, el maestro de la ciencia-ficción Robert A. Heinlein. Y así nos hemos quedado desde entonces.
- USS Callister (2018) ―actualización 05/09/2021―
Poco se puede decir de la serie británica Black Mirror además de que ha llevado las advertencias distópicas a un nuevo nivel. Con una creatividad y con un mensaje más crudo y efectivo ―sobre todo durante la fase británica emitida en Channel4― la serie ha planteado escenarios pocas veces vistos anteriormente. Con su paso a Netflix, la serie perdió algo de esa crudeza y planteó otro tipo de escenarios más basados en la nostalgia y menos deprimentes, pero no por ello menos originales. Uno de ellos, el primero de la temporada 4, abrió las puertas a todo un universo virtual en el que la tripulación de una nave espacial estilo Star Trek, clones digitales pero consciencias virtuales, cobraban existencia de manera inadvertida. Causó tal revuelo que se anunció un spin-off basado en este capítulo. Aunque en este caso no se trataría exactamente de una adaptación de un medio a otro, sí que es un caso particular en el que de una serie de capítulos individuales, se podría derivar toda una serie de uno solo de ellos. - Duke Nukem (2018)¿Michael Bay y John Cena en una misma película? Pues cada uno en su ámbito, eso es lo que se prometió en su día en otra adaptación de un videojuego que se hizo famoso, entre otras cosas, porque permitía interactuar con el entorno, una característica que luego sería imprescindible en el resto de títulos del mismo tipo. Pero, nos quedamos con las ganas de ver explosiones por doquier y a Cena fumando el puro.
- Exploradores (2018)Primero fue Super 8 (J.J. Abrams, 2011) y unos años más tarde se terminó de consolidar con Stranger Things (Hnos. Duffer, 2016), la fiebre nostálgica por aventuras juveniles de los 80. En una línea similar se propuso adaptar a serie de televisión la película Exploradores (Joe Dante, 1985) protagonizada nada menos que por unos jóvenes Ethan Hawke y River Phoenix. De este proyecto no se tiene noticia desde entonces.
- Starship Troopers (2019)
Otra obra maestra de Robert A. Heinlein que esta vez sí, fue versionada por Paul Verhoeven en 1997. Su éxito la convirtió en una saga con varias secuelas de imagen real y animadas, además de videojuegos. Hace un par de años se dijo que continuaría en televisión con el reparto de la primera de ellas. No se conoce nada más. - Dune: Sisterhood (2019)
La excelsa Saga de Frank Herbert ya ha sido adaptada a película y a serie de televisión, pero sin acabar de convencer. Los éxitos y el buen hacer de Denis Villeneuve le dotaron del suficiente poderío como para lleva a cabo con solvencia nada menos que la secuela de Blade Runner. Tras dicho proyecto, ya es de dominio público que ha acometido la valiente y arriesgada tarea de llevar de nuevo la adaptación a las salas de cine de Dune, que se entrenará en breve. No contento con esto, tiene en proyecto una serie ambientada en el mismo universo sobre la Orden Bene Gesserit. Este spin-of supondrá una manera inédita de acercarse al universo creado por el escritor. - El hombre que cayó a la tierra (2019)
David Bowie no solo fue un grandísimo artista, sino que además, lo fue de ciencia-ficción: siempre por delante de la sociedad, rompiendo moldes, marcando tendencias y creando nuevos paradigmas estéticos. Una de sus singulares intervenciones fue la película El Hombre que cayó a La Tierra (Nicolas Roeg, 1976), adaptada de la novela de Walter Tevis (1963) sobre un alienígena con aspecto humano que aterriza en nuestro planeta. En el 2019 se anunció que iba a ser adaptada de nuevo a serie de televisión. - John Carter de Marte (2019)
En el ámbito anglosajón, la space-opera de Star Wars ya existía en el mundo del cómic con Flash Gordon o Buck Rogers. Pero todavía antes, existió en la literatura la planet-opera. Una de las más importantes aportaciones surgió de la mano de Edgar Rice-Burroughs en 1912 con La Princesa de Marte, primera de las novelas de la Serie Marciana. El también autor de Tarzán, ha sido adaptado al cómic en numerosas ocasiones ―en aquella época sería el equivalente a ser adaptado a la pantalla― siendo uno de los autores más influyentes de la historia, en palabras de Ray Bradbury. John Carter de Marte fue el último título de la serie y fue el escogido para la adaptación que Disney estrenó en 2012 ―cien años después― cuyo rendimiento económico fue un desastre. Según criticas, el problema fue que supusieron que no era más que una «copia», ignorantes de que en realidad estaban asistiendo a la creación de la mayoría de mitologías culturales de su época. La culpa habría que achacarla a una campaña de marketing deficiente que no supo explotar el valor cultural de la obra, además de titularla con un anodino John Carter. Sin embargo, en las plataformas de video bajo demanda donde el público se supone que es menos dependiente del marketing, la película de Andrew Stanton está reviviendo gracias a un éxito mayor de lo que se esperaba. Tal es así que se anunció su adaptación a serie de televisión. - Alien (2019)
Alien: el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979) fue uno de los motivos que convirtieron a la década de los 80 en un momento clave en la historia de la ciencia-ficción y en general, en la cultura popular. Después de que su propio creador haya destrozado su legado con precuelas-que-no-son-precuelas bastante cuestionables, un Noah Hawley (Fargo, Legion) que estuvo a punto de continuar la franquicia de Star Trek, nos va a traer al xenomorfo en una serie de televisión. La novedad es que si bien hasta ahora la franquicia se identificaba con escenarios extraños, cerrados y angustiosos, en esta ocasión la plaga alien la traerán nada más y nada menos que a nuestro propio planeta: La Tierra. Como si no tuviéramos bastante con la pandemia. - El Eternauta (2020)
En el año en el que El Eternauta (Oesterheld-Solano, 1957) fue publicado, las invasiones de extraterrestres que aparecían en el ámbito anglosajón no eran más que reflejos del temor a la inestable situación que en plena Guerra Fría se vivía. Pero el resto del mundo tenía además de esta, otras preocupaciones más inmediatas y que afectaban de manera más directa y en ocasiones dura, sus vidas. En concreto, en el mundo Hispano en ambos lados del océano, sus problemas provenían de regímenes dictatoriales y sociedades de cultura militar impuesta. Siguiendo el mismo principio de utilidad de la ciencia-ficción sobre manejar las preocupaciones del presente, el escritor Héctor G. Oesterheld ideó un modelo estratégico por fases de invasión alienígena basado en la eficiencia, eliminando de manera precisa la resistencia local o reutilizándola en su favor, dejando intactos los recursos del planeta. Este modelo ha acabado sirviendo de inspiración hasta nuestros días en obras culturales que tratan el mismo tema, empezando tal vez en la serie Falling Skies (Rodat-Spielberg, 2011~2015) siguiendo por Colony (Cuse-Condal, 2016~2018) o Nación Cautiva (Rupert Wyatt, 2019). El estilo oscuro, sucio y demacrado del dibujante Francisco Solano, otorgaba una sensación angustiosa al relato totalmente oportuna. Tras muchos intentos y discusiones sobre la propiedad cultural del escritor ―desaparecido en extrañas circunstancias y de alguna manera, traspasando el cuarto muro del cómic, ya que el autor aparece en el propio relato―, sus herederos han negociado con una cadena de video por suscripción la realización de una serie. - Rogue One (2020)
El estreno de Star Wars: el despertar de la Fuerza devolvió a cierta parte del público la esperanza de encontrarse de nuevo con aquella space-opera que supo conectar con nuestra necesidad interior de épica. Sin embargo, sin ánimo de retomar criticas ya repetidas, lo cierto es que Disney ha metido a la saga en un auténtico callejón sin salida, con un producto que ha acabado por no contentar a nadie. Esto era así hasta que la serie The Mandalorian y la película Rogue One (Gareth Edwards, 2016) han demostrado que retomar la historia clásica respetando su propia idiosincrasia y coherencia interna, es el camino ―como diría nuestro querido Mando―. El resultado es que hay en proyecto un spin-of precuela sobre las aventuras de Cassian Andor. - Star Trek: Strange New Worlds (2020)
Con Star Trek ha ocurrido algo parecido que con su competencia: un mismo director ha participado en un reinicio particular de una saga con la intención de poder establecer una nueva mitología sin trabas argumentales, pero sin perder a los aficionados de toda la vida. En términos de taquilla no ha ido mal, pero tras una segunda parte elegida como la peor película de toda la historia de la saga, se dieron cuenta de que tenían que repensar un poco las cosas ―suponiendo que las hubieran pensado en la primera ocasión, claro―. Acertaron a medias con una decente Star Trek Beyond (Justin Lin, 2016) pero fallando en la fecha del estreno lo que afectó a la recaudación. Con el futuro incierto, de nuevo, las series televisivas han aclarado las ideas gracias a Star Trek Discovery que, a pesar de toda su carga políticamente correcta, ha sabido ganarse a una base de aficionados importante. En cualquier caso, otra gran parte de aficionados seguimos añorando aquel espíritu de aventura, transgresor pero sin reivindicaciones forzadas metidas con calzador y, sobre todo, el regreso de la Enterprise. Los sueños en ocasiones, pueden convertirse en realidad. - Fallout (2020)
Lisa Joy y Jonathan Nolan iban a ser los que llevarían Fundación a la pantalla, pero en su lugar adaptaron Westworld, el clásico de Michael Crichton de los años 70, mucho más convencional y televisivo. Ahora tienen entre manos la adaptación a la pequeña pantalla de otro videojuego que en su momento fue innovador, con un tipo de historia postapocalíptica de estética atompunk, poco habitual. Veremos tal vez algún día lo que sale. - El problema de los Tres Cuerpos (2020)
Hace apenas algo más de diez años que China decidió promover la ciencia-ficción con la creación del premio internacional Xingyun. Cinco años después, un poco conocido escritor Liu Cixin se convertía en 2015 en el primer asiático que ganaba el premio internacional más importante: el Hugo. Desde entonces, China no ha hecho más que crecer económica y culturalmente, al tiempo que sorprende con grandes producciones cinematográficas. Mientras tanto, los creadores de la interpretación televisiva de Juego de Tronos se involucraron en la creación de una trilogía sobre Star Wars, pero después de ver dónde se estaban metiendo, salieron corriendo de ella para acabar en un proyecto de adaptación de la obra del escritor chino. Pura simbolización del panorama internacional actual. - Buck Rogers (2021)
La época dorada del cómic pulp norteamericano de ciencia-ficción tiene a Flash Gordon como uno de sus principales personajes. Pero no fue el único, Buck Rogers forma parte significativa también de aquel momento cultural. Fue revivido a principios de los 80 por Glen A. Larson siguiendo un modelo similar al que también uso en Galáctica, esto es, la producción de un episodio piloto tan largo que lo acaban estrenando como película. La cuestión es que George Clooney va a ser el productor esta vez de un reinicio del famoso héroe (todo irá bien mientras no aparezca Twiki y su biri-biri-biri-biri) - El coche fantástico (2020)
De nuevo Glen A. Larson haciendo de las suyas. Otra de las míticas series televisivas de los 80 fue El coche fantástico, protagonizada por el peculiar David Hasselhof que a partir de entonces, además de uno de los freakies más impresionantes de la historia, se ha convertido definitivamente en todo un icono popular tras protagonizar la serie de los 90 Los vigilantes de la playa. Pero bueno, lo que nos ocupa ahora es que la serie, reinterpretada de nuevo en el año 2008 con Justin Bruening como protagonista, va a ser ahora convertida a formato película por James Wan. Se desconoce si el automóvil que da forma a KITT estará impulsado por electricidad o continuará con combustibles fósiles.
martes, 11 de mayo de 2021

domingo, 11 de abril de 2021
¿Qué es la utopía? Lo habitual es pensar en ella como un lugar idílico donde no hay carencias y todo el mundo es feliz. Sin embargo, nadie ha sabido explicar cómo llegar a esa situación. Cuando se ha intentado, el resultado ha sido más parecido a todo lo contrario: la distopía. Una y otra vez la humanidad ha producido ciertos «textos sagrados» que partían de supuestos ideales que se autodestruían a medida se pretendían implementar en la práctica, llegando siempre a la misma reducción al absurdo. Hoy en día utopía es sinónimo de imposible, de inalcanzable, de quimera, como si estuviéramos condenados a sucumbir a nuestros propios defectos una y otra vez sin que la tecnología y la ciencia puedan ayudar más que como parches paliativos. Eso cuando no empeora las cosas aún más. ¿A qué puede entonces aspirar la humanidad?
El mito de la felicidad
dado que la felicidad no está vinculada a un patrón particular de función cerebral, no podemos replicarla químicamente
La dificultad de la educación
Dos necesidades elementales se oponen entre sí en estas sociedades: el deseo de tener un refugio seguro en el mar revuelto y la necesidad de ser libre al mismo tiempo―Zygmunt Bauman, filósofo
El mundo físico
lo preocupante no era que se hubiera producido una persona como Hitler sino que no fuéramos capaces de aceptar que también tenemos esa parte maligna en nuestro interior. Es esta represión de la sombra lo que genera violencia en el mundo—Carl Jung, médico psiquiatra, psicólogo y ensayista