Spiderman con las desaparecidas Torres Gemelas reflejadas en sus lentes
Spiderman y las desaparecidas «Torres Gemelas» reflejadas en sus lentes.

En los catorce años que transcurrieron desde 1968 hasta 1982, el mundo cinematográfico vivió tres revoluciones consecutivas. La primera fue 2001: Una odisea del espacio (Kubrick, 1968), cuya frescura e innovación continúan intactas en nuestros días, al contrario que otras producciones cuyo paso del tiempo les ha tratado francamente mal. Esta película tiene el extraño honor de ser de las primeras de ciencia-ficción que entendió poca gente, en una época en la que este género era tomado por regla general muy poco en serio, por lo simples y estereotipadas situaciones que relataban.
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Logo de Batman 'estilo Matrix'
Foto: Go4mosaic
De la última mitad del S. XX podrían citarse varios estrenos que significaron un antes y después en el mundo del cine. Justo antes del fin de siglo pasado, destaca uno de ellos que bien entrado el actual, continúa vigente. Con Matrix (Hnos. Wachowski, 1999) cambió casi todo. Desde la forma de hacer las películas, hasta la propia concepción filosófica de la realidad y la consolidación del cyberpunk, circunstancias que habían sido iniciadas por Blade Runner (Ridley Scott, 1982), diecisiete años antes.

Sin embargo, un factor común a estos hitos cinematográficos es la incomprensión a la que se enfrentaron en sus respectivos procesos de producción iniciales. Afortunadamente para ellos, los éxitos posteriores hacen que todas aquellas dificultades se olviden, sin embargo, existe cierta duda sobre cuales fueron realmente los factores que las hicieron triunfar y llevarse el beneplácito del público.

En el caso de Blade Runner, los numerosos cambios de guión y el añadido de elementos como la voz en off, hizo que gran parte de su éxito inicial fuera por complacer a un público que lo identificó como cine policial negro. Concepto que si bien está presente en la estética del cyberpunk, ocultó la pretensión del guión inicial sobre crítica política y filosófica que caracteriza a este género y que a posteriori, es la que tras muchos años de sucesivas ediciones posteriores y director's cut, se ha consolidado entre sus fervorosos seguidores. Pero hay más ejemplos.

Las patadas voladoras

Matrix era conocida en la Warner Bros como «ese guión que no entiende nadie». Actores como Sean Connery rechazaron el papel por motivos similares. La productora no dio su aprobación final hasta comprobar la espectacularidad de los efectos especiales de la secuencia inicial, en donde se consumió el presupuesto de partida (Cinemania).

El resto de factores que caracterizan internamente a Matrix —un mundo virtual en donde habitan las conciencias secuestradas de la humanidad, y cómo un grupo de resistencia logra vulnerar las leyes físicas de esa recreación gracias a «hackear» su  conexión mental con él— que justifican los efectos especiales empleados, no parecían interesarles. De hecho, eran un obstáculo.

Fue la estética impactante la que logró que esta película saliera a la luz. ¿Fue también la razón de su éxito? Si tenemos en cuenta películas como Guardianes del Día (Timur Bekmambetov, 2004) o Resident Evil (Paul W. S. Anderson, 2002), por citar un par de ejemplos, se observa que la influencia que ha tenido posteriormente ha sido la de imitar las patadas voladoras o el tiempo bala, entre otros, sin apenas justificación argumental (Extracine). Por tanto, todo parece indicar que una mayoría se siente atraída por la mera estética, sin enterarse de que va la película.

El caballero «oscuro»

Una de las pocas sorpresas cinematográficas del S. XXI ha sido proporcionada por el boom del cine de superhéroes. Un primer intento fue Spiderman (Sam Raimi, 2002) que se apagó por culpa de una tercera parte fallida, según dicen algunos. Poco después, el artífice de Memento (Christopher Nolan, 2000) nos presentó en Batman Begins (2005) una versión del Hombre Murciélago totalmente inédita en la pantalla.

De una manera u otra, Nolan logró que una película de superhéroes influyera en el panorama cinematográfico en general y al de entretenimiento en particular, como poca gente se esperaba. Por un lado, ha supuesto el definitivo salto de los superhéroes al medio cinematográfico, y por otro, ha generado una línea en la ciencia-ficción cuya principal seña es «la oscuridad».

Ahora bien, ¿en qué consiste realmente la aportación de Nolan? ¿se trata simplemente de que sus historias tengan un aire «oscuro»? En mi opinión, la innovación del director londinense ha sido la de adaptar como no se había logrado antes, historias con un lenguaje y caricaturización propias de un medio diferente como el del cómic, al relativamente mayor realismo y verosimilitud características del mundo del cine.

Sin embargo, se observa en recientes producciones como Star Trek en la oscuridad (J.J. Abrams, 2013) o Thor y el mundo oscuro (Alan Taylor, 2013), cómo se apresuran a autoetiquetarse en el título de forma evidente y algo forzada, sin que sea realmente necesario por el argumento. Otro caso podría ser Stargate Universe (Brad Wright-Robert C. Cooper, 2009), que parece imitar la «oscuridad» también presente en la Galactica Reimaginada (Ron Moore, 2003).

Cuando se habla de Nolan, se habla de historias «oscuras», pero pocos reparan en la justificación de dicho elemento, que en el caso de Batman es doble: por su propia idiosincrasia, y por otro, por el arquetipo mítico del héroe: tragedia y una continua lucha interior contra los mismos miedos que le transforman en lo que acaba siendo.

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[Publicado posteriormente en el blog Planetas Prohibidos]
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