El viaje en el tiempo constituye una materia científica de estudio para la que no se han encontrado todavía explicaciones satisfactorias. Es probable que sea este el motivo por el cual, el tiempo y el inescrutable misterio y fascinación que encierra la posibilidad de volver a otras épocas, es utilizado en el género de la ciencia-ficción con bastante asiduidad, llegando a constituir todo un subgénero como la Time Opera.
Especular con la posibilidad de viajar al pasado genera todo un abanico de posibilidades no cubiertas por la ciencia. Por este motivo es posible crear historias sin caer ―en principio― en graves errores científicos, ya que no se tiene certeza en este ámbito cultural, de lo que realmente ocurriría en caso de que fuera posible regresar al pasado, y se llevara a cabo tal hazaña.
En las obras de este género, las concesiones científicas que nuestros queridos escritores han de utilizar para mantener la coherencia ―además naturalmente de la propia que toda obra literaria ha de tener― y tratar de esquivar las limitaciones impuestas por lo que la ciencia conoce hasta ahora, están relacionadas principalmente con dos aspectos:
La flecha del tiempo
Con esta expresión se pretende realzar el teórico carácter de irreversibilidad del tiempo, con la idea de que la «flecha», solo puede viajar en una dirección. El principio básico en el que se basan algunos científicos y divulgadores como Paul Davies, Stephen Hawking o Roger Penrose para explicar la posibilidad de que esto sea así es el de la Termodinámica, en concreto, su Segunda Ley:
La cantidad de entropía de cualquier sistema aislado termodinámicamente tiende a incrementarse con el tiempo, hasta alcanzar un valor máximo
Según este principio físico, la entropía o nivel de desorganización en un sistema dado solo puede aumentar, salvo acción externa. Por este motivo a priori, si se considera el sistema formado por el universo mismo, sólo puede aumentar, ya que el esperar una acción «externa» al mismo entraña el considerar otros problemas no resueltos como agujeros negros y otro tipo de fenómenos. Aunque afortunadamente, estos si pueden ser útiles para nuestro propósito: justificar una violación de la física en una obra de ciencia-ficción.
Si la entropía a nivel universal sólo puede ir en una dirección, entonces dicha situación marca un antes y después ―nunca mejor dicho― en todo escenario dado, con lo que para un viaje en el tiempo hacía otra época ―anterior― en nuestro universo, sería necesario que la entropía disminuyese, en todo el mismo. Tal vez sea por esto por lo que los viajes realizados fuera del universo cruzando agujeros de gusano o a través del hiperespacio, son algunos de los recursos empleados por los autores para salvar el «engorroso y molesto» detalle de las leyes de la física y poder continuar con los relatos, utilizándose para ello todo tipo de artefactos, desde naves espaciales, máquinas del tiempo, hasta el maravilloso y genial condensador de fluzo (Regreso al Futuro, 1985).
Un caso especial sería la Puerta Estelar (Stargate, 1994), de la franquicia cinematográfica y televisiva con el mismo nombre. En esta serie, es utilizada para realizar viajes instantáneos en el espacio, pero en muy pocas ocasiones se ha utilizado para hacerlo a través del tiempo. Ya puestos, nada les habría impedido considerar más a menudo esta posibilidad, al fin y al cabo tan solo es una dimensión más. Claro que el aumento tremendo de complejidad del guión hubiera sido un grave escollo dado el nivel de «profundidad» que los guionistas de esta serie decidieron darle. Y la cosa no está como para ir jugando.
Paradojas temporales
El otro problema al que hay que enfrentarse en las obras de nuestro género preferido, y que al mismo tiempo sirve de fuente para no pocos guiones y argumentos literarios, es el de la Paradoja del viaje en el tiempo en la Ciencia-Ficción.
¿Que ocurre si viajas atrás en el tiempo y matas a tu abuelo? esta es la pregunta planteada en la citada paradoja. Dejando aparte la cuestión de que seguramente si cualquiera de nosotros pudiera ir atrás en el tiempo tendría cosas mucho más interesantes para hacer que semejante cometido, lo cierto es que el que una entidad como es en este caso una persona, aparezca de pronto en un escenario rompiendo la línea temporal normal por el mero e inevitable hecho de interactuar con su entorno, parece claro que ha de provocar unas alteraciones cuyo alcance es difícilmente evaluable, pero que intuitivamente se deduce que cuanto más atrás en el tiempo serán mayores al existir un mayor número de sucesos posteriores que dependen de ese momento dado (El Sonido del Trueno, 2005). Además, si estas alteraciones afectan a la causa que las origina, es cuando se producen las paradojas o los conocidos bucles espacio-temporales. Algo así como la Pantera Rosa absorbiéndose a si misma y al aspirador con el que lo hace.
Sin ir más lejos, si en lugar de su abuelo es su bisabuelo el objeto del homicidio, no solo resultaría igualmente afectado al provocar la paradoja, también lo sería su abuelo el cuál ya no podría ser objeto de su criminalidad, y toda la línea genealógica se vería afectada. Las consecuencias o efectos de la paradoja son los que marcan las diferencias en cuanto a la solución empleada para permitirla. Estas se basan en que si el universo en la línea temporal del causante de las alteraciones no puede ser el mismo debido a que estas le afectan hasta el punto de no poder realizarlas, o bien se crea una nueva línea temporal, o bien la acción transcurre en un universo paralelo, o realmente lo que se está gestando es un futuro distinto ―al viajar al pasado, modificas tu propio futuro (Regreso al Futuro II, 1989)―. En algunos casos se recurre a la imposibilidad de viajar físicamente al pasado, de forma que los crononautas aparecen en forma de espectros incapaces de interactuar con su entorno e invisibles a los ojos de los habitantes del pasado.
Otra opción, que salva la opinión de algunos investigadores como el ya citado Stephen Hawkins que piensa que el viaje en el tiempo no es posible debido a estas paradojas, es considerar que estas no pueden suceder. De alguna forma, las leyes físicas o de la naturaleza, modifican las condiciones para que no se creen sucesos imposibles o que invaliden la causa que las origina. Esta opción llamada en la Wikipedia Conjetura de protección cronológica o de la autoconsistencia, es la utilizada en El Fin de la Eternidad (Isaac Asimov, 1955), en donde el protagonista vive una situación en la que presencia como podría haberse dado la paradoja pero... bueno, mejor es que ustedes mismos lo comprueben leyendo la obra.
Artículo publicado posteriormente en :
- Portal Planetas Prohibidos el 20 de junio de 2008
- El Sitio de Ciencia-Ficción el 2 de marzo de 2009
- Blog Fisiones, el22 de noviembre de 2014