Corría el año 1818 cuando Mary Shelley escribía su obra Frankenstein. En aquel entonces la Revolución Industrial estaba ya bien adentrada en su primera fase y la humanidad estaba experimentado el mayor desarrollo tecnológico y científico que jamás había conocido.
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Uno de los principales enigmas a los que se enfrenta la ciencia al investigar la posibilidad de viajar en el tiempo, y que por lo tanto constituye un punto fundamental alrededor del cual giran las obras de ciencia-ficción relacionadas, es comprender qué es.

El Tiempo

La mente humana y su percepción subjetiva del tiempoEn cierta forma, el tiempo posee unas características que no son susceptibles de ser explicadas por la ciencia, ya que lo que las personas entendemos por este concepto es tan solo la forma en cómo es percibido por nuestra mente, como consecuencia de la alteración producida en ella por el paso del mismo.


El transcurrir del tiempo no es para la física más que una magnitud que interviene en la mayoría de procesos, siendo nuestra mente una parte más del mundo físico, aunque sea la parte que utilizamos para interactuar con este.
En el artículo anterior se daba una explicación de las llamadas paradojas temporales: la consecuencia teórica de lo que podría ocurrir si se realizarse un viaje en el tiempo e interferir indebidamente en la línea temporal, al alterar la misma hasta el punto de impedir que se pueda realizar el propio viaje al no existir, por ejemplo, el autor del mismo.

Cabe preguntarse entonces, si estas paradojas no podrían provocar en alguno de sus protagonistas alguna alteración en sus mentes, al desestabilizarse el proceso físico que influye en ellas. Especular sobre qué clase de vidas llevarían los inadvertidos protagonistas de un bucle espacio temporal, y cómo condicionaría este hecho en sus mentes, es un recurso de la Ciencia-Ficción poco habitual pero que ha dado sus frutos en dos películas de las llamadas, de culto:

James Cole (Bruce Willis) es un convicto con problemas de salud mental, que vive en una época en la que la humanidad, tras perecer en masa asolada a causa de un virus mortal, se ha de refugiar bajo tierra para poder sobrevivir.

En un desesperado intento por comprender las causas que originaron ese desastre y de encontrar una solución, la humanidad carente ya de algunos principios éticos fundamentales, utiliza estos convictos como «conejillos de indias» para explorar la superficie y obtener muestras. James Cole es uno de ellos, es cual es reclutado también como «voluntario» en una misión especial, gracias a la cual podrá recibir una amnistía.

Esta misión especial consiste en efecto, en probar una nueva tecnología capaz de volver al pasado, y así comprender e incluso impedir, los hechos que desencadenaron la tragedia. Lo que nadie salvo algunos de los protagonistas ha llegado a comprender del todo, es que la naturaleza y su protección cronológica lo impedirán, involucrando y causando a los personajes, unas vivencias que no comprenderán hasta que sea demasiado tarde, cuando el bucle espacio temporal se cierre y nada pueda cambiarse.

Donnie Darko (Jake Gyllenhaal), un adolescente con problemas de sonambulismo se libra de la muerte gracias a uno de sus episodios nocturnos, que le hacen salir de la habitación mientras un motor de avión venido del futuro cae sobre su habitación destrozándola. Desde ese momento, Donnie Darko experimenta visiones y alucinaciones que son diagnosticadas como esquizofrenia paranoide. Lo que no sabe nadie es que se trata en realidad de la respuesta de la mente del protagonista ante los mensajes venidos del futuro, que le instan a efectuar una serie de actos en un universo tangente, para así resolver la paradoja producida por la irrupción del motor en su universo primario.

La naturaleza, dentro de su plan maestro, aprovecha el problema mental del protagonista, acentuándolo tal vez, para introducir una serie de elementos y así evitar la paradoja. Otra forma de verlo es que la naturaleza, ante la dificultad de resolver la paradoja, acaba por alterar la mente del protagonista induciendole las paranoias pertinentes, que llevarán a la solución de la misma, conllevando su propia muerte.

El punto en común de ambos casos es que el posible origen de la enfermedad del protagonista es debida a la existencia en su línea de tiempo de un bucle espacio-temporal. Esta circunstancia, la alteración del normal trascurrir de la línea temporal, afecta de alguna manera a los objetos involucrados en ella. En estas obras de Ciencia-Ficción, se especula sobre que tipo de alteraciones se producirían y que papel juega en ellas, la mente humana.


Artículo publicado posteriormente en El Sitio de ciencia-ficción el 13 de diciembre de 2009
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¿Qué me llevo para un viaje en el tiempo?
El viaje en el tiempo constituye una materia científica de estudio para la que no se han encontrado todavía explicaciones satisfactorias. Es probable que sea este el motivo por el cual, el tiempo y el inescrutable misterio y fascinación que encierra la posibilidad de volver a otras épocas, es utilizado en el género de la ciencia-ficción con bastante asiduidad, llegando a constituir todo un subgénero como la Time Opera

Especular con la posibilidad de viajar al pasado genera todo un abanico de posibilidades no cubiertas por la ciencia. Por este motivo es posible crear historias sin caer ―en principio― en graves errores científicos, ya que no se tiene certeza en este ámbito cultural, de lo que realmente ocurriría en caso de que fuera posible regresar al pasado, y se llevara a cabo tal hazaña.

En las obras de este género, las concesiones científicas que nuestros queridos escritores han de utilizar para mantener la coherencia ―además naturalmente de la propia que toda obra literaria ha de tener― y tratar de esquivar las limitaciones impuestas por lo que la ciencia conoce hasta ahora, están relacionadas principalmente con dos aspectos:

La flecha del tiempo 

Con esta expresión se pretende realzar el teórico carácter de irreversibilidad del tiempo, con la idea de que la «flecha», solo puede viajar en una dirección. El principio básico en el que se basan algunos científicos y divulgadores como Paul Davies, Stephen Hawking o Roger Penrose para explicar la posibilidad de que esto sea así es el de la Termodinámica, en concreto, su Segunda Ley:
La cantidad de entropía de cualquier sistema aislado termodinámicamente tiende a incrementarse con el tiempo, hasta alcanzar un valor máximo

Receación gráfica de una supuesta forma de atraversar el «espacio-tiempo» Según este principio físico, la entropía o nivel de desorganización en un sistema dado solo puede aumentar, salvo acción externa. Por este motivo a priori, si se considera el sistema formado por el universo mismo, sólo puede aumentar, ya que el esperar una acción «externa» al mismo entraña el considerar otros problemas no resueltos como agujeros negros y otro tipo de fenómenos. Aunque afortunadamente, estos si pueden ser útiles para nuestro propósito: justificar una violación de la física en una obra de ciencia-ficción.

Un «condensador de fluzo», conocido por su aparición en la trilogía de «Regreso al Futuro» Si la entropía a nivel universal sólo puede ir en una dirección, entonces dicha situación marca un antes y después ―nunca mejor dicho― en todo escenario dado, con lo que para un viaje en el tiempo hacía otra época ―anterior― en nuestro universo, sería necesario que la entropía disminuyese, en todo el mismo. Tal vez sea por esto por lo que los viajes realizados fuera del universo cruzando agujeros de gusano o a través del hiperespacio, son algunos de los recursos empleados por los autores para salvar el «engorroso y molesto» detalle de las leyes de la física y poder continuar con los relatos, utilizándose para ello todo tipo de artefactos, desde naves espaciales, máquinas del tiempo, hasta el maravilloso y genial condensador de fluzo (Regreso al Futuro, 1985).

Un caso especial sería la Puerta Estelar (Stargate, 1994), de la franquicia cinematográfica y televisiva con el mismo nombre. En esta serie, es utilizada para realizar viajes instantáneos en el espacio, pero en muy pocas ocasiones se ha utilizado para hacerlo a través del tiempo. Ya puestos, nada les habría impedido considerar más a menudo esta posibilidad, al fin y al cabo tan solo es una dimensión más. Claro que el aumento tremendo de complejidad del guión hubiera sido un grave escollo dado el nivel de «profundidad» que los guionistas de esta serie decidieron darle. Y la cosa no está como para ir jugando.

Una «Stargate» particular, compuesta por piezas de «Lego»

Paradojas temporales

El otro problema al que hay que enfrentarse en las obras de nuestro género preferido, y que al mismo tiempo sirve de fuente para no pocos guiones y argumentos literarios, es el de la Paradoja del viaje en el tiempo en la Ciencia-Ficción.

¿Que ocurre si viajas atrás en el tiempo y matas a tu abuelo? esta es la pregunta planteada en la citada paradoja. Dejando aparte la cuestión de que seguramente si cualquiera de nosotros pudiera ir atrás en el tiempo tendría cosas mucho más interesantes para hacer que semejante cometido, lo cierto es que el que una entidad como es en este caso una persona, aparezca de pronto en un escenario rompiendo la línea temporal normal por el mero e inevitable hecho de interactuar con su entorno, parece claro que ha de provocar unas alteraciones cuyo alcance es difícilmente evaluable, pero que intuitivamente se deduce que cuanto más atrás en el tiempo serán mayores al existir un mayor número de sucesos posteriores que dependen de ese momento dado (El Sonido del Trueno, 2005). Además, si estas alteraciones afectan a la causa que las origina, es cuando se producen las paradojas o los conocidos bucles espacio-temporales. Algo así como la Pantera Rosa absorbiéndose a si misma y al aspirador con el que lo hace.

Sin ir más lejos, si en lugar de su abuelo es su bisabuelo el objeto del homicidio, no solo resultaría igualmente afectado al provocar la paradoja, también lo sería su abuelo el cuál ya no podría ser objeto de su criminalidad, y toda la línea genealógica se vería afectada. Las consecuencias o efectos de la paradoja son los que marcan las diferencias en cuanto a la solución empleada para permitirla. Estas se basan en que si el universo en la línea temporal del causante de las alteraciones no puede ser el mismo debido a que estas le afectan hasta el punto de no poder realizarlas, o bien se crea una nueva línea temporal, o bien la acción transcurre en un universo paralelo, o realmente lo que se está gestando es un futuro distinto ―al viajar al pasado, modificas tu propio futuro (Regreso al Futuro II, 1989)―. En algunos casos se recurre a la imposibilidad de viajar físicamente al pasado, de forma que los crononautas aparecen en forma de espectros incapaces de interactuar con su entorno e invisibles a los ojos de los habitantes del pasado.

Otra opción, que salva la opinión de algunos investigadores como el ya citado Stephen Hawkins que piensa que el viaje en el tiempo no es posible debido a estas paradojas, es considerar que estas no pueden suceder. De alguna forma, las leyes físicas o de la naturaleza, modifican las condiciones para que no se creen sucesos imposibles o que invaliden la causa que las origina. Esta opción llamada en la Wikipedia Conjetura de protección cronológica o de la autoconsistencia, es la utilizada en El Fin de la Eternidad (Isaac Asimov, 1955), en donde el protagonista vive una situación en la que presencia como podría haberse dado la paradoja pero... bueno, mejor es que ustedes mismos lo comprueben leyendo la obra.


Artículo publicado posteriormente en :
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No se puede pasar por alto en el mundo de la Ciencia-Ficción escrita en español, y porque no vamos a decirlo, en la Ciencia-Ficción internacional, una obra como la Saga de los Aznar (no me refiero a este). Su autor es Pascual Enguídanos, un afable y sencillo valenciano de Liria (Lliria, en su idioma local), que decidió utilizar el seudónimo George H. White pensando que un nombre anglosajón le daría una mayor prestancia, conociendo los prejuicios del público español —sobre todo en los años 50—. Es tal la importancia de esta saga dentro de la literatura del género que recibió el galardón de la mejor saga europea de Ciencia-Ficción en la Eurocon de Bruselas de 1978. Además, su autor recibió el Premio Ignotus por su labor y la Saga de los Aznar fue llevada al cómic en dos ocasiones, siendo el equivalente español al Flash Gordon norteamericano.

Una de las portadas de la saga con el estilo «pulp» de la épocaflash_gordon_portada_pulp_cómic

Esta importancia es debida seguramente a varias cosas: además de constituir todo un universo con tecnología propia, planetas, razas y culturas alienígenas, etc, es precursora en gran parte de algunos de los más conocidos clichés de la Ciencia-Ficción, incluso adelantándose a tecnologías por descubrir en la época en la que Don Pascual escribió su obra.

El escritor valenciano «Pascual Enguidanos Usach»
Pascual Enguídanos Usach
Por ejemplo, antes incluso de que se desarrollara en la práctica el láser, el Sr. Enguídanos nos describe un tipo de haz de energía utilizado —como no— en armas, llamado de luz sólida. Este tipo de haz, sería el equivalente al rayo de materia —con algunos matices distintos— que Arthur C. Clarke utilizaría años después en uno de sus relatos (Claro de Tierra, 1977). No es la anticipación la única particularidad de la luz sólida, sino también la correcta aplicación de las leyes de la física (acción y reacción) al considerar estos haces sólidos como estupendos propulsores de las naves estelares que se verán a continuación.

Portada del nº ¡Luz Sólida!

Antes de que se estrenara La Guerra de Las Galaxias con su conocida Estrella de la Muerte, Don Pascual imagino lo que dio en denominar un autoplaneta. Dicho imaginario ingenio consiste en una enorme nave espacial de forma esférica, constituyéndose en todo un planeta autónomo. El primer autoplaneta consistía en un planetoide adaptado al transporte de seres humanos por el espacio, y expulsado de su órbita primigenia, al que bautizó con el nombre de Valera. Sería El Rayo el primer ingenio construido completamente desde cero como autoplaneta. No es necesario evidenciar más sus similitudes con el diseño de la posterior famosa arma de destrucción masiva de George Lucas.

La Estrella de la MuerteAutoplaneta «El Rayo»


Esta nave espacial gigante representa otra más de las características de esta obra del Sr. Enguídanos: su carácter trans-generacional. Son pocas las obras que narran las peripecias de sus protagonistas de generación en generación, esta es una de ellas —otra sería la serie galáctica de Gregory Benford—. Para desarrollar la historia en estos términos, se explora un concepto utilizado como posibilidad para realizar viajes espaciales a estrellas lejanas: los viajes interestelares generacionales. De esta forma, el citado autoplaneta Valera, se convierte en una nave que surca la galaxia y en cuyo viaje las generaciones se suceden como tripulantes. Naturalmente, como español no puedo dejar de notar que otra de las curiosidades de esta serie novelística, es que sus protagonistas también lo son, al menos inicialmente. Miguel Ángel Aznar de Soto y sus descendientes formarían un estirpe de héroes al estilo de Star Trek y La Nueva Generación, pero utilizando el idioma de Cervantes.

No es esta la única similitud con esta serie de los años 60, Star Trek. El teletransportador, utilizado en esta serie de televisión norteamericana y el cuál fue uno de sus iconos más conocidos entonces y en los años venideros, tuvo su homologo en el Karendon, un almacenador e integrador de materia, pero llevados por su autor hasta límites insospechados más allá que en la serie americana. Por ejemplo, mediante un Karendon modificado, se transforman los torpedos de las naves de guerra espaciales, en sus equivalentes de antimateria pero una vez han sido estos disparados, para así evitar el engorro y dificultad que supondría el transporte de tan peligrosa carga. En una entrevista que le realizaron, se le pregunto sobre cómo se le habían ocurrido todas estas ideas sobre la tecnología. Su contestación fue:
...me pareció que era lógico...

La mejor contestación que un creador de la Ciencia-Ficción podría dar, al más puro estilo vulcaniano.

Aunque la coincidencia del apellido de la estirpe del protagonista con la del anterior presidente del gobierno español es anecdótica, no lo es la aparición y mezcla de otro género literario hecho famoso por las novelas de Tom Clancy y su personaje Jack Ryan: la Política-Ficción. Enguídanos, aunque sucumbe finalmente ante la represión de la dictadura franquista de entonces camuflando la estructura social política existente en la obra, se atreve a plantear un escenario político mundial sorprendente. Por ejemplo, en los Estados Unidos de Norteamérica se incluyen El Canadá, y existe algo llamado Federación Ibérica formada por los países actuales pertenecientes a Iberoamérica y toda la Península Ibérica.

Portada actual de uno de los libros reeditados

En definitiva, toda una obra magnífica que lejos de perder interés, este crece con cada nuevo capítulo. Aunque se encuadra dentro de la Space Opera y serie B, el apreciable rigor científico y el tratamiento de los personajes, entre otras muchas cosas, hace que se pueda considerar como algo más por encima de esta clasificación. A buen seguro, de haber sido escrita en un país de lengua inglesa hubiera tenido una repercusión mucho mayor. Desde aquí, brindo este artículo como homenaje a este compatriota y paisano de una tierra valenciana que gracias a él junto con otros muchos, ha dado lo mejor a la literatura hispana de Ciencia-Ficción y el mundo del Cómic.

Más información:

Artículo publicado posteriormente en el portal Planetas Prohibidos el 12 de noviembre de 2010
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Hay otra Ciencia-Ficción. Otra que parece dar la razón a aquellos que la confunden con el género fantástico en general. Intentaba explicarlo, pero creo que lo mejor es ver algunos ejemplos:

La Segunda Fundación (I. Asimov)

Isaac AsimovLa Trilogía de la Fundación está considerada como una de las obras más importantes, no solo del género de la Ciencia-Ficción, sino de la literatura en general. Su autor, además de ser valorado y conocido por su labor literaria, es un divulgador científico de igualmente o mayor reconocido prestigio.

Esta obra, la Trilogía de la Fundación, más que por su calidad literaria con algunos altibajos a lo largo de la misma, destaca por su meticuloso trabajo matemático, sociológico e histórico, teniendo como tema central el supuesto científico consistente en la ficticia disciplina científica denominada psicohistoria (esta trilogía forma parte de la llamada Saga de la Fundación. También es conocida como Ciclo de Trántor o Ciclo de la Fundación).

La disciplina científica ideada por Asimov a través de su personaje Hari Seldon para la novela, es todo un fenomenal conjunto de hipótesis matemático-sociales basada en conceptos estadísticos y guardando gran relación con la teoría del caos, que aplica estas áreas de la ciencia al comportamiento de las sociedades y su evolución histórica.

Un imáginario «Hari Seldon», en una de sus apariciones novelísticasLa Fundación sobre la que gira la primera parte de la trilogía esta compuesta de enciclopedistas y documentalistas, y es en realidad una tapadera de psicohistoriadores con la misión de servir de guía a la humanidad, para acortar el periodo de desorden y barbarie en el que se va a convertir la galaxia tras la caída de su imperio, tal y como la psicohistoria predice.

Plano de la galaxia, en el universo imaginado por Isaac Asimov para su famosa trilogíaSin embargo, a pesar de todo este despliegue, I. Asimov ideó una Segunda Fundación de paradero desconocido que, a diferencia de la Primera, estaría formada por... ¡parapsicologos con poderes extrasensoriales, con la misión de llegar donde no pudieran los primeros! Para muchos, toda una sorpresa viniendo de Asimov.

Tierra Moribunda (Jack Vance)

Jack VanceJack Vance es un magnífico descriptor de sociedades humanas. Parece que la rama sobre la que giran los supuestos científicos en sus obras es la antropología. Posee igualmente una gran capacidad para imaginar seres alienígenas y sus mundos natales, tal vez basándose también en sus inquietudes sobre la misma área del conocimiento humano.

En la Saga de la Tierra Moribunda, Jack Vance nos aventura en una Tierra decadente, triste y melancólica, iluminada por un Sol anaranjado que ve como se acerca a su fase de gigante roja, en la que acabará por engullir inexorablemente el planeta. Un relato de picaresca futurista en el que la humanidad, cansada ya de investigar por una parte al ver cerca su final, por otra por no tener nada ya sobre lo que hacerlo, ha olvidado la diferencia entre la magia y la tecnología enormemente avanzada. Tercera Ley de Clarke:

«Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia»

De esta forma, magos con poderes increíbles basados en una tecnología que no conocen, y una estética medieval y fantástica, componen una obra maravillosa que entusiasmaría a cualquier aficionado de la literatura fantástica... casi tanto como a los aficionados de la Ciencia-Ficción.

La Saga de Cugel
La Saga de Cugel


Artículo publicado posteriormente en El Sitio de ciencia-ficción el 5 de julio de 2009
Artículo publicado posteriormente en el blog de Planetas Prohibidos el 4 de febrero de 2011
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