Foto: The Space Review |
Muchos dicen que este autor era fascista, por la descripción del régimen relatado en Tropas del Espacio. Algo en la novela les hace parecer que así es. Sin embargo, tan sólo la relevancia del ejército es el único punto, superficial, que pueda hacernos recordar a tan infausto régimen. El resto de características del fascismo como la discriminación racial o el culto al líder, brillan por su ausencia. El derecho a voto es aplicado a todos por igual, otra cosa es que el filtro aplicado para obtener este derecho nos resulte excesivo, pero esto no tiene nada que ver con el fascismo.
El vuelco en la posterior Forastero en tierra extraña no parece importar a los que opinan de esta manera, a pesar de mostrarnos una sociedad completamente distinta y darle al protagonista el papel de defender un sistema que fue considerado un ejemplo para el movimiento Hippie, como se ha comentado, y que muy fascista no es.
Si en una novela se le relaciona con el fascismo, en la posterior se le podría relacionar con el comunismo. Como no puede ser las dos cosas a la vez, tal vez sea algo diferente a algún punto común de ambas. Aunque pueda sorprender a más de uno, lo que comparten estos dos sistemas de trágico paso por la historia es el colectivismo. Por tanto, puede que lo que intentase con sus novelas fuera tan sólo mostrar las «dos caras de una misma moneda», siendo Heinlein simplemente un individualista.
Tropas del Espacio está escrita en primera persona. Es la historia de Johnny Rico, el cuál, se siente influido por su entorno para alistarse alegremente como carne de cañón para luchar contra un extraño enemigo que tan sólo saben de él, que es capaz de desviar meteoritos. Sin embargo, lo simbolizan como muy peligroso y cercano. La visión descrita en la novela es la de Rico, no la del autor. La versión cinematográfica de Paul Verhoeven supo captar esta otra visión irónica de la novela.
En definitiva, no tengo ni idea, ni me preocupa demasiado, cual era la ideología de este autor. Pero si comparamos con otros autores de ciencia-ficción que hayan realizado critica social en sus obras como Orwell o Huxley, ¿acaso importa cuál fuera esta? ¿eran partidarios de los Estados totalitarios que describen en sus novelas? En el caso de estos autores parece que está claro que no, pero de nuevo, ¿qué importancia y relación tiene el hecho de lo que defiendan, con el contenido de la obra, más allá de las influencias lógicas?
Tal vez el mensaje de fondo de Heinlein sea en definitiva, favorable de alguna forma a una sociedad regida por estos principios, que utiliza a enemigos oportunamente escogidos para unir y cohesionar a las gentes en torno de un objetivo común, y a la guerra como una forma «objetiva» de seleccionar a los mejores. Todo, como un mal menor frente a una sociedad que el vería como demagógica, débil, mediocre y sin valores, descrita en su posterior obra sobre el «Hombre de Marte».
O tal vez sea una forma de poder colocar en una balanza estas dos opciones extremas, para así, poder encontrar un equilibrio. Esta es una de las funciones habituales de la ciencia-ficción, su capacidad para crear realidades alternativas verosímiles, como una especie de simulación con la que poder experimentar, extraer conclusiones y generar debates.
Heinlein te hace cuestionar valores que crees inamovibles. Te obliga a revisar la coherencia de aquello que defiendes, de tus principios. Si es cierto que las buenas lecturas son aquellas que no te dejan indiferente, las obras de este autor lo logran con creces. Su opinión personal, no debería influirnos demasiado para valorar sus obras por su capacidad para estimularnos intelectualmente, haciéndonos replantear la realidad.
Pero mucha gente odia tener que enfrentarse a sus demonios. Les molesta que les hagan dudar, que les planteen situaciones que se alejan de las idealizadas en las que ellos creen dogmáticamente, de forma casi absoluta. Cuando se dan estas circunstancias, la solución suele converger a un tópico, muy utilizado cuando se desea destrozar al adversario y zanjar el asunto por la vía rápida: se le llama fascista.
Artículo publicado posteriormente en el blog Planetas Prohibidos el 5 de mayo de 2013
Artículo publicado posteriormente en El Sitio de ciencia-ficción el 17 de noviembre de 2013
El vuelco en la posterior Forastero en tierra extraña no parece importar a los que opinan de esta manera, a pesar de mostrarnos una sociedad completamente distinta y darle al protagonista el papel de defender un sistema que fue considerado un ejemplo para el movimiento Hippie, como se ha comentado, y que muy fascista no es.
Si en una novela se le relaciona con el fascismo, en la posterior se le podría relacionar con el comunismo. Como no puede ser las dos cosas a la vez, tal vez sea algo diferente a algún punto común de ambas. Aunque pueda sorprender a más de uno, lo que comparten estos dos sistemas de trágico paso por la historia es el colectivismo. Por tanto, puede que lo que intentase con sus novelas fuera tan sólo mostrar las «dos caras de una misma moneda», siendo Heinlein simplemente un individualista.
Tropas del Espacio está escrita en primera persona. Es la historia de Johnny Rico, el cuál, se siente influido por su entorno para alistarse alegremente como carne de cañón para luchar contra un extraño enemigo que tan sólo saben de él, que es capaz de desviar meteoritos. Sin embargo, lo simbolizan como muy peligroso y cercano. La visión descrita en la novela es la de Rico, no la del autor. La versión cinematográfica de Paul Verhoeven supo captar esta otra visión irónica de la novela.
En definitiva, no tengo ni idea, ni me preocupa demasiado, cual era la ideología de este autor. Pero si comparamos con otros autores de ciencia-ficción que hayan realizado critica social en sus obras como Orwell o Huxley, ¿acaso importa cuál fuera esta? ¿eran partidarios de los Estados totalitarios que describen en sus novelas? En el caso de estos autores parece que está claro que no, pero de nuevo, ¿qué importancia y relación tiene el hecho de lo que defiendan, con el contenido de la obra, más allá de las influencias lógicas?
Tal vez el mensaje de fondo de Heinlein sea en definitiva, favorable de alguna forma a una sociedad regida por estos principios, que utiliza a enemigos oportunamente escogidos para unir y cohesionar a las gentes en torno de un objetivo común, y a la guerra como una forma «objetiva» de seleccionar a los mejores. Todo, como un mal menor frente a una sociedad que el vería como demagógica, débil, mediocre y sin valores, descrita en su posterior obra sobre el «Hombre de Marte».
O tal vez sea una forma de poder colocar en una balanza estas dos opciones extremas, para así, poder encontrar un equilibrio. Esta es una de las funciones habituales de la ciencia-ficción, su capacidad para crear realidades alternativas verosímiles, como una especie de simulación con la que poder experimentar, extraer conclusiones y generar debates.
Heinlein te hace cuestionar valores que crees inamovibles. Te obliga a revisar la coherencia de aquello que defiendes, de tus principios. Si es cierto que las buenas lecturas son aquellas que no te dejan indiferente, las obras de este autor lo logran con creces. Su opinión personal, no debería influirnos demasiado para valorar sus obras por su capacidad para estimularnos intelectualmente, haciéndonos replantear la realidad.
Pero mucha gente odia tener que enfrentarse a sus demonios. Les molesta que les hagan dudar, que les planteen situaciones que se alejan de las idealizadas en las que ellos creen dogmáticamente, de forma casi absoluta. Cuando se dan estas circunstancias, la solución suele converger a un tópico, muy utilizado cuando se desea destrozar al adversario y zanjar el asunto por la vía rápida: se le llama fascista.
Artículo publicado posteriormente en el blog Planetas Prohibidos el 5 de mayo de 2013
Artículo publicado posteriormente en El Sitio de ciencia-ficción el 17 de noviembre de 2013
2 comments:
Hace un tiempo que leí, amigo Lino, este otro interesante texto tuyo, más lamentablemente no se grabó el comentario que te dejé. La memoria es frágil, así que no recuerdo mayormente que palabras te dediqué aquella vez, pero sí tengo bien claro que te manifesté mi gran aprecio por este artista. Te cuento que Heinlein era un escritor de pensamiento derechista, a tal punto que otra obra famosa suya, "Amos de las Marionetas", es una descarnada sátira al comunismo; cuando los hippies iban a visitarlo creyendo que era de su misma ideología, los echaba amenazándolos con su escopeta. Pese a esta literatura suya de profundo sentido político, también escribía obras de puro divertimento, llenas de aventura e incluso prosa poética, como "Puerta al Verano" que te recomiendo sin vacilaciones. Saludos desde Chile,
Hola Elwin. En primer lugar, desconocía esas interesantes anécdotas que cuentas sobre Heinlein. Del resto, pues estoy o no de acuerdo con tu bienvenido comentario, en función de la interpretación que le des a "pensamiento derechista". Personalmente, el binomio "izquierda-derecha", hace tiempo que dejó de serme útil. No obstante, si te refieres a que Heinlein no estaba de acuerdo en el uso por parte del Estado de dinero de los contribuyentes para proyectos de protección social, sí, es cierto que en ese sentido era "de derechas". Pero estarás conmigo en que ser de este grupo ideológico no implica ser "fascista". Por otro lado, hay que tener en cuenta cuando la etiqueta es puesta por uno mismo o por los demás. Yo creo que Heinlein era una persona muy convencida de sus ideas y las defendía en consecuencia. Pero al mismo tiempo respetaba profundamente las ideas de los demás. En este sentido era por encima de todo, un "individualista". En España sería algo así como un "anarquista de derechas", concepto que debido a las vicisitudes históricas, se puede decir que se desconoce por completo. Por este motivo, al no tener la sociedad las "etiquetas" para definirlo, acaba recurriendo a los tópicos simplistas de siempre (cosa que estoy convencido, no es tu caso)
Por tanto, el ser "de derechas" no era por una decisión consciente de Heinlein, sino el resultado de su propio sentido de la lógica social y de sus principios. Es decir, no es que estuviera en contra de proyectos de ayuda social, sino que estaba en contra de que el Estado quitara a los ciudadanos sin permiso explícito, fondos monetarios para cualesquiera proyectos que decidieran los políticos, por muy "caritativos" que parecieran.
El movimiento Hippie, el comunismo, y el fascismo, eran todos movimientos puramente colectivistas, contra los que en efecto, Heinlein discrepaba absolutamente.
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