Uno de los aspectos mas controvertidos de la tendencia cinematográfica reciente considerada una «revolución», es el llamado «3D». De momento, lo que más ha revolucionado ha sido a algunas productoras que se están preparando para ello o que han cambiado in extremis y con calzador a algunos de sus trabajos para esta tecnología, a consecuencia del éxito de Avatar.
El 3D «revolucionario»
Lluvia de albóndigas |
Parece ser que lo que Cameron ha desarrollado no es el 3D propiamente —al menos yo no lo entiendo así— sino una técnica para filmar y visualizar a los actores caracterizados como los personajes creados por ordenador, e inmersos en el mundo virtual creado previamente. No es por nada, pero esto no tiene nada que ver con el 3D, por lo menos el que nos están vendiendo. Además de que esto ya existía, solo que se han mejorado o aligerado los dispositivos.
En esta critica de la película leída en Cinemanet, se puede entender cuál es el elemento diferenciador de Avatar respecto al resto. Parece cierto que para contar la historia de Poul Anderson y su Joe, una de las mejores formas para sentir lo que el protagonista al estar dentro de su Avatar, es ver tridimensionalmente con los ojos de éste cómo se desenvuelve por un planeta extraño, espectacular y, en el caso de la película, maravilloso —gracias al buen trabajo de los creadores gráficos, o lo que es lo mismo, una persona con un teclado—.
Puede que sea esto a lo que se refería Cameron al decir que esperaba esta tecnología, para así poder envolver al espectador en un entorno de ensueño y en definitiva, crear una adicción similar en el espectador a la que experimentan tanto Edward Anglesey en el relato de Anderson, como el Jack Sully de Avatar: se enamoran del planeta de su huésped artificial. Es decir, los 3D son una nueva forma de ver el cine, que podría suponer un cambio similar a lo que produjo el cine sonoro.
Puede que sea esto a lo que se refería Cameron al decir que esperaba esta tecnología, para así poder envolver al espectador en un entorno de ensueño y en definitiva, crear una adicción similar en el espectador a la que experimentan tanto Edward Anglesey en el relato de Anderson, como el Jack Sully de Avatar: se enamoran del planeta de su huésped artificial. Es decir, los 3D son una nueva forma de ver el cine, que podría suponer un cambio similar a lo que produjo el cine sonoro.
«Lluvia» de gafas 3D |
Aquí es donde podría estar la revolución cinematográfica, pero si miramos entre bastidores el panorama cambia bastante. Todo parece indicar que esta parafernalia montada por el director de origen Canadiense no es otra cosa en el fondo que un truco mercadotécnico para activar un mercado que no se había puesto en marcha definitivamente, y de dudosa utilidad para el espectador. Nada como un proyecto cinematográfico envuelto con palabras grandilocuentes junto con una impresionante campaña publicitaria que ya dio sus frutos con Titanic (Cameron, 1997), para lograr que todo el mundo vaya al cine como si fueran Zombies; una patética escusa en definitiva, para hacernos a todos ir a las salas a ver lo mismo de siempre: los mismos clichés, las mismas historias y los mismos personajes.
En el cine
Se adquiere consciencia de todo esto una vez en la sala de proyección —en mi caso, meses después de su grandilocuente estreno—. Para empezar, las gafas que me tocaron —las que mucho antes de esta «revolución» decidieron los responsables de la sala— eran el modelo «barato». Al poco de comenzar la proyección, el desconocido que tenía al lado se dirigió hacía mi visiblemente consternado, y produciéndome no menos alarma: que si se veía oscuro o era el mismo —le falto decir: ¡dios mio, dios mio, que me está ocurriendooo!!—. Lo cierto es que el cristal polarizado reducía notablemente la luminosidad de la proyección, cosa que comprobé durante dos o tres minutos mirando la pantalla alternativamente por encima de las gafas, y a través de ellas —aunque la imagen ya tuviera en cuenta la reducción de luminosidad del filtro de las gafas, resultaba desconcertante—.
Finalmente, tras estos iniciales momentos de incertidumbre y una vez la mágica cuenta regresiva que flotaba delante de nosotros dio paso a la película, ocurrió lo que me temía: además de la similitud con el texto de Anderson, no pude evitar tener la sensación durante toda la proyección de que los Na’vi reproducían los roles de una tribu de apaches. El jefe de la tribu, los adornos, las jerarquías, la hechicera y además, los indios nativos de Norteamérica también vivían en armonía con la naturaleza, no la consideraban propiedad de nadie, y cabalgaban a lomos de sus monturas de forma similar. Puestos a basarse en la literatura de ciencia-ficción podrían haber echado mano de alguna obra del inigualable Jack Vance y sus recreaciones de sociedades alienígenas, no en las películas de indios y vaqueros.
Finalmente, tras estos iniciales momentos de incertidumbre y una vez la mágica cuenta regresiva que flotaba delante de nosotros dio paso a la película, ocurrió lo que me temía: además de la similitud con el texto de Anderson, no pude evitar tener la sensación durante toda la proyección de que los Na’vi reproducían los roles de una tribu de apaches. El jefe de la tribu, los adornos, las jerarquías, la hechicera y además, los indios nativos de Norteamérica también vivían en armonía con la naturaleza, no la consideraban propiedad de nadie, y cabalgaban a lomos de sus monturas de forma similar. Puestos a basarse en la literatura de ciencia-ficción podrían haber echado mano de alguna obra del inigualable Jack Vance y sus recreaciones de sociedades alienígenas, no en las películas de indios y vaqueros.
El responsable
El responsable de este desaguisado es una persona que contrata con una empresa de tecnología 3D para las salas de cine en cuyo desarrollo no ha tenido nada que ver, la promoción de una película que se vende como si no de no ser por ella, ese mismo 3D apenas pudiera existir. Es posible que ahora esto sea cierto en parte, gracias a su éxito taquillero, pero no deja de parecerme una de esas siempre extrañas paradojas temporales, en las que es el conocimiento futuro de algo lo que realmente lo provoca, una singularidad temporal en la que el protagonista se saca de una chistera cualquier cosa, un condensador de fluzo, un Na’vi, o un impresionante contrato comercial. Y mientras logra todo esto con una empresa, simultáneamente se hace fotos con las gafas de la competencia. Todo un oportunista comercial «de Cine».
Este responsable, que en el año 1997 se creía el Rey del Mundo, es con gran probabilidad la causa de que echaran a un famoso cómico de la ceremonia de los Oscar, por ridiculizar con muchos motivos para ello, al supuesto método de reproducción de los Na’vi. Las escenas de apareamiento nos las «ahorraron» presenciar, seguramente para garantizar la categoría «para todos los públicos» de Avatar, pero sí que pudimos comprobar como el cortejo romántico es bochornosamente —por poco original— idéntico al de cualquier parejita terrestre —humana, por supuesto—.
El mismo responsable que reconoce haberse basado en todas las novela de ciencia-ficción habidas y por haber, nos sorprende ahora con que va a escribir un libro precuela de Avatar. Es decir, tras haber recogido todas las ideas posibles provenientes de la literatura —y otros ámbitos— para aplicarlas a su película y cosechar un gran éxito comercial —cinematográfico, poco—, lo aprovecha para sacar un poco más de tajada con un libro —veremos si es él el que lo escribe—.
Pero la verdadera revolución es la interpretación que se puede leer en algún medio sobre este asunto:
Pero la verdadera revolución es la interpretación que se puede leer en algún medio sobre este asunto:
Un «recorrido contrario al habitual». No contento con presentar un guión que es cualquier cosa menos original y vender —a pesar de ello— una supuesta innovación que poco aporta al espectador salvo en vaciar dinero de su bolsillo, lo va a explotar aún más con obras impresas sin tener en cuenta las fuentes de las que bebe directamente. Toda una revolución.
Artículo publicado posteriormente en el blog de Planetas Prohibidos el 26 de febrero de 2011
Artículo publicado posteriormente en El sitio de ciencia-ficción el 23 de noviembre de 2014
8 comments:
Hola, Lino. Me alegra verte por esta guerra (es más divertida que la otra) ;)
El 3D quita un 30% de luminosidad y la imagen pierde definición. En realidad, es una tecnología en pañales que no cuesta lo que pagamos de más por ella (tres eurazos).
En cuanto a la zafiedad de los guiones, pues casi mejor que no toquen a Vance o a Brackett porque los destrozarían. Pero tambien hay que comprender que son lenguajes y públicos diferentes. Acuérdate del cabreo de Heinlein con la película "Con destino a la Luna", de 1948. Ha llovido, pero seguimos igual.
Saludetes.
Hola Jorge. Si, esta es más divertida, al menos, no ves cómo la gente se estrella una y otra vez contra lo mismo de forma encabezonada, sin darse cuenta de que con esa actitud los beneficiados son otros. No se distingue a quien busca hacer prevalecer su opinión y visión personal, con el que busca un sistema de acuerdo. Pero ¡bah! dejemoslo.
Si, ese es el problema, que el público al que va destinado es otro. Pero entonces que no toquen la literatura para nada. Que no se «inspiren» cogiendo sus ideas. Y si las cogen, que lo hagan bien, ¡corcho!, que no me pongan a una raza extraterrestre como si fueran indios, y que me vendan la película como si fuera una excelencia científica.
El caso es que esa es la situación triste, que nos podemos olvidar de ir al cine.
Tengo entendido que las películas en 3D se proyectan teniendo en cuenta ese tanto % de luminosidad que se pierde por culpa de las gafas. Creo.
Sobre el tema del 3D y el cine actual, os voy a traer dos declaraciones que ponen LOS PELOS DE PUNTA en cuanto al futuro que nos espera:
-- CHRISTOPHER NOLAN SOBRE BATMAN 3:
"Si el estudio me obliga a hacerla en 3D... tendré que rodarla en 3D".
-- RIDLEY SCOTT ENTREVISTADO POR COLLIDER SOBRE LA FUTURA, ABSURDA E INSULTANTE PRECUELA DE 'ALIEN' (los paréntesis son míos):
"Collider: I’ve always heard you want as much light as possible.
Scott: That’s the downside.
Collider: But isn’t Alien almost the antithesis of that because the movies have always been about shadow and darkness and hiding things.
Scott: That’s what Jim (Camioneron) said. The problem is you’ll have to grade it later. (!!!!!!!!!). You’ll have to grit your teeth and light it not the way you’d like it. And then later, you’re gonna have to regrade it. Repaint it. (!!!!!!!) In fact, Avatar, when you think about it, is almost a completely animated movie.""
(Ridliscot, violando salvajemente el digno oficio de la Fotografía de Cine que tanto hizo por él en sus primeras películas, y dignificando el uso del "Aphotoshop" en la cinematografía (me imagino a mis nietos comentando en un futuro lejano "Awelo... ¿De verdad antes en el cine se lo curraban todo con focos y todo eso in situ?? Pfff, qué pringaos...").
Es decir: que por un lado, los nuevos realizadores con fama y poder NO pueden imponer su criterio ante el peso del 3D, y por el otro las viejas y populares glorias como Scott pasan de todo, se suman al carro económico del 3D y se convierten en ultracuerpos. En serio. El futuro pinta MUY pero que MUY mal...
Es lo que yo pensé, que una película en 3D tiene sin gafas más luminosidad de lo normal, sin embargo en aquel momento estábamos algo desconcertados, ¡la preferíamos con más luminosidad!!
La que yo espero a ver el desastre que arman, es con la de «La Fundación», de I. Asimov, en 3D. Madre mía.
Artículo publicado nuevamente en el portal Planetas prohibidos
Hablas de películas de indios y vaqueros. Avatar es Pocahontas en un planeta. Titanic era Romeo y Julieta en un barco. Avatar es casi una copia de Pocahontas, sigue los mismos puntos, incluso los protagonistas: Jake Sully (JS), John Smith (JS). Busca en youtube.
Hola otra vez, Lino...Esperando encontrarme con un nuevo texto tuyo, he viajado una vez más al pasado de tu blog (y recordado el mío) para encontrarme con ese post sobre un tema que sé que a muchos nos molesta: el abuso del 3D. Personalmente de los filmes que he visto en esta vieja técnica remozada, solo recuerdo 3 que le hayan sacado provecho: "Alicia en el País de las Maravillas", "Hugo" y justamente "Avatar"; en cambio muchas otras me han parecido una artimaña sucia para sacarle más plata a la gente (independientemente de si los filmes me hayan gustado). Lo que más lamento de esta seguidilla de cintas en 3D, es que hoy en día consideren esta añeja técnica como una manera de darle más profundidad a las imágenes, que a mostrar cosas que se "salgan de pantalla" como se suponía era ¿Me entiendes?
Bienvenido de nuevo Elwin. Si, claro que comprendo lo que quieres decir. Pero no estoy seguro de si compartir tu opinión. Es verdad que el 3D ha sido y es una escusa para atraer a la gente a las salas de cine sin tener que esforzarse en hacer cosas nuevas, y por eso, los trabajos no están adaptados al cambio de lenguaje visual que debería suponer, de la misma forma como el cambio del cine mudo al sonoro supuso, o del blanco y negro al color, por ejemplo. Sin embargo, aprovechar la nueva técnica creo que es algo más que sacar monstruos de la pantalla hasta el punto de que parece que te tiran la saliva encima, y efectos similares. Supongo que no te referías a eso, siendo así, como decía el 3D no se aprovecha.
Por otro lado, pareces comentar que 'Avatar' es uno de esos casos en los que sí se aprovecha del 3D. No puedo dejar de admitir que en este caso se le saca un mayor rendimiento, pero no creo que lo aprovechen como comentas, creo más bien que el aprovechamiento no es cinematográfico, sino comercial. Para mi 'Avatar' es un buen trabajo desde el punto de vista técnico, pero el resto es una gran tomadura de pelo. Realmente 'Avatar' es eso, una excusa para ir al cine a ver lo mismo de siempre, y en este caso Cameron lo ha logrado a miles. Lo poco original que tiene lo han sacado calcado de obras de ciencia-ficción, más allá de la legitima inspiración. Respecto a este tema te invito a que continúes 'viajando por el pasado' de mi blog y pruebes con este artículo. :-)
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Lino (Al final de la Eternidad)
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