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Una de las primeras cosas que habrá que aclarar es precisamente que demonios es la Ciencia-Ficción. Por lo menos, a qué nos referimos cuando en este blog se hace mención a ella. En todo caso, será necesario distinguir entre algunas obras, ya que como veremos en algunos casos, la Ciencia-Ficción no es más que un pretexto para hacer ... otra cosa.

Este género tiene como principal característica, que su argumento principal gira alrededor de algún supuesto científico, normalmente ficticio. En la medida en la que se aleje de esta definición, empieza a entrar en algún subgénero de la Ciencia-Ficción, en algún otro género literario, o en ambas cosas. Por ejemplo, La Guerra de Las Galaxias (George Lucas, 1977), considerada dentro de la Space Opera, también puede pertenecer al género de aventuras (se le ha llegado a llamar «Western Galáctico»). En realidad, La Guerra de Las Galaxias, difícilmente se puede considerar más que de refilón, Ciencia-Ficción.

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En estos subgéneros, existen en ocasiones algunas incoherencias, que pueden ser de diversos tipos: por regla general, las propias de tipo científico y las de tipo literario. Desde un punto de vista literario, no debe tener ninguna. Desde el punto de vista científico debe tenerlas dentro de unos límites, como veremos.

Este es uno de los aspectos menos comprendidos por el público en general, el cuál, espoleado por algunas obras sobre todo series de TV, acaban confundiendo con el género de Fantasía, que no tiene nada que ver. En este género, el autor da rienda suelta a su imaginación, sin poner ningún límite, más que el de la estética que desee darle a su obra. Por ejemplo, en El Señor de Los Anillos (J. R. R. Tolkien, 1954), vemos que cuando los protagonistas se encuentran casi sin posibilidades y perdidos dentro de un bosque, los árboles de este se convierten de repente en unos perfectos aliados, pudiendo así continuar el relato. Sin pensárselo dos veces.

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Como en cualquier obra, el argumento debe ser coherente y estar bien estructurado. En el caso de la Ciencia-Ficción, esto se hace más difícil ya que según el supuesto científico en cuestión, se ha de tener algunos conocimientos sobre el tema. Es por esto que muchos escritores de este género son científicos o profesores de universidad en alguna especialidad científica.

Esto también representa un handicap. El de la calidad literaria. Uno de los tópicos habituales para menospreciar la Ciencia-Ficción es el de atribuir poca calidad al no ser «auténticos» escritores, los autores habituales de estas obras. Esto es un prejuicio, ya que la calidad literaria puede llegar a ser la misma, independientemente de la profesión del que la escribe.

En resumen, en una obra de Ciencia-Ficción pueden existir incoherencias, siempre y cuando no excedan cierto límite. Al existir un supuesto científico, el universo de alrededor no puede ser el mismo y se ha de recrear. La habilidad del autor en este campo, es lo que define la calidad de una obra de Ciencia-Ficción como tal. A estas incoherencias «permisibles» se las llama concesiones científicas. Como el avezado lector habrá deducido, el supuesto científico alrededor del cual gira el argumento de la obra, es también una concesión científica.

En El Fin De La Eternidad (Isaac Asimov, 1955), el argumento principal, así como el título, giran completamente alrededor del viaje en el tiempo, es decir, el supuesto científico de ficción. Es por lo tanto una novela plena de Ciencia-Ficción, y además como buena time opera, de aventuras y romanticismo.


Artículo publicado posteriormente en el blog Planetas Prohibidos el 22 de octubre de 2010

8 comentarios:



) Davo Valdés dijo...

Me ha gustado tu Blog. Espero estemos en contacto y si tu deseas puedo colocar tu blog en el mio como link recomendado.
Muchos saludos y por aqui estare comentando y leyendo.



) Lino Moinelo dijo...

Gracias Davotanko.

Naturalmente que me gustaría que me enlazaras, si crees que lo merece. Pero dime ¿cuál de tus blogs desea que enlace yo? No he visto ninguno relacionado, puedo ponerlo como «otros», pero no se cuál de los tres.

Gracias y un saludo



) Davo Valdés dijo...

Hola de nuevo. Primero que nada espero escribas mas seguido. Este post en el cual comentamos me ha gustado mucho. Puedes enlazar mi blog Universo Radical. Los demas son solo "back ups" de mi blog principal. Para no dejar dudas te dejo la url http://davotanko.blogspot.com
Muchos saludos y estamos en contacto.



) Lino Moinelo dijo...

Muchas gracias de nuevo Davotanko.

Tras tus palabras, se me hace difícil no cumplir con este mi primer compromiso con un lector.

Espero satisfacer las espectativas, incluidas las mías. Le tengo cierto cariño a este proyecto, en el que creo que puedo ser algo innovador (bueno, en esto supongo que como la mayoría de blogeros).

En todo caso, deseo aclarar conceptos de la ciencia-ficción que no son entendidos por el público en general. Veremos si es así, y lo logro.

Saludos y hasta la próxima.



) Adivagar dijo...

Muy buen análisis. Creo recordar que fue Arthur Clarke el que diferenció entre el género de ciencia ficción (La Guerra de las Galaxias, Star Trek...) y el de ficción científica (Contacto, Cánticos de la Lejana Tierra, Odisea...), uno más cercano a la fantasía y a la acción y otro más cercano a la ciencia. A mí particularmente me encanta ese segundo género.

Por cierto, "El Fin de la Eternidad", soberbia novela. Pasé unos grandes ratos entre todas esas paradojas temporales... Un saludo.



) Lino Moinelo dijo...

Gracias adivagar, por tu visita y tu comentario.

A mi la ficción-científica me fascina, y la ciencia-ficción «fantástica» o de aventuras, me entretiene y me divierte.

En cualquiera de los dos casos me parecen dos buenas formas de estímulo mental.

Saludos



) Anónimo dijo...

Buen post, estoy de acuerdo en muchos puntos, pero creo que a la hora de tratar el genero fantastico, sobretodo con el ejemplo que has puesto, caes en cierto error muy comun.

Mucha gente cree que en la fantasia te puedes inventar cualquier cosa para hacer avanzar la trama y nada mas lejos de la realidad. La fantasia deja total libertad a la hora de definir las normas del mundo en que se mueven los personajes, pero una vez definidas no te puedes salir de ellas sin que la construccion que has hecho se derrumbe al perder sus cimientos, por tanto has de adaptar la trama al mundo que has creado, aun mas a rajatabla que en generos mas realistas, como el policiaco, donde si que se pueden hacer concesiones para hacer avanzar la trama.

Por ejemplo en el mundo de Star Wars no existen los viajes en el tiempo asi que no se puede meter un viaje en el tiempo para hacer avanzar la trama, algo asi paso con los famosos midiclorianos del Ep. I, la fuerza se suponia que era algo mistico, y Lucas se salio de esa norma tacita al unirla con una especie de microbios. Lo mismo que a todos nos chocaria que en el univeso de Tolkien apareciesen OVNIs y viajes espaciales.



) Lino Moinelo dijo...

Hola Ingrod. Gracias por tu visita y por tu comentario.

Lamentablemente no puedo estar de acuerdo en lo referente a la literatura fantástica.

Por pura coherencia literaria, en niguna novela puedes inventarte cualquier cosa, has de preservar ciertas normas. Si lo haces, entras en un terreno de lo que se podría denominar de la mediocridad. Por ejemplo, en la literatura policiaca en efecto, el escritor puede hacer lo que quiera... para conseguir un producto a olvidar. Sin embargo las grandes novelas de este género, guardan una premisa fundamental casi exclusiva de este: toda aparente prueba o descubrimiento que ayude al protagonista a avanzar en su investigación, ha de haberse escrito en algún momento con anterioridad en el mismo relato. Quiere esto decir que el lector ha de haber tenido la oportunidad de llegar a la misma conclusión que el protagonista, partiendo de un conocimiento similar. Y para ello esta información ha de haber aparecido en el texto, de forma inadvertida en un primer momento tal vez para el lector. Depende del escritor y de su habilidad, hacerlo sin desvelar precipitadamente la trama. En definitiva, hacerlo de otra forma sería una novela mala de detectives o policíaca, de la misma forma que existen malas novela de ciencia-ficción o fantásticas.

En este último género, el fantástico, al generarse tal diversidad de seres, situaciones, hechizos, etc, puede hacerse complicado llevar la trama sin caer en la cuenta de algún detalle «mágico», sobre algo. Pero precisamente a lo que me refiero es que la libertad para crear casi todo tipo de seres con poderes de lo más variopinto, es casi total, y sin restricciones. Árboles andantes, golums, damas del lago, bastones mágicos, ojos malignos con poder cuasi-omnipotente, o anillos maleficos con los que te vuelves invisible. Lo que haga falta y sin dar explicaciones.

En Star-Wars, como decía, guarda una relación con la ciencia-ficción más estética que otra cosa. Astronaves, robots, pistolas laser o maser, y todo un conjunto de gadgets futuristas forman su atrezzo. Sin embargo, en la trama apenas existen aspectos relacionados con el género al que parece pertenecer. Que no existan viajes en el tiempo, pienso que es simplemente una decisión del guionista, para no complicar la trama. O sea, no es que no existan, es que no se han tenido en cuenta. Eso si, para introducirlos se habría de documentar y aclarar porque no los utiliza todo el mundo (alguna dificultad extrema). En el caso de los milicodrianos, estoy seguro que más de un aficionado al género fantástico se decepciono al comprobar como se pretendía explicar el origen de parte del poder de La Fuerza.

No pretendo restar mérito al esfuerzo de imaginación y creatividad que supone crear un universo maravilloso como el de J.R. Tolkien, pero pienso que se trata de una dificultad estética, más que técnica o científica, como en el caso de la ciencia ficción. Pretendo diferenciar y señalar, el esfuerzo necesario para hacer una buena novela de ciencia ficción, y que no es el mismo que para una fantástica. Y que el rigor necesario es además del literario y estético (como supone en el caso de la literatura fantástica al manejar tantos personajes diferentes), el rigor científico (como supone el alterar un concepto conocido del universo, o el especular sobre uno desconocido)

Saludos cordiales

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Lino (Al final de la Eternidad)
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