Se podría decir que la década de los 90 fue una época en la que salvo los ciudadanos de la antigua Yugoslavia, el resto del mundo la vivió con relativa calma. El cine y la ciencia-ficción, siempre en constante interacción con la sociedad, tuvieron que buscar nuevas amenazas y peligros para extrapolarlos en sus aventuras en la pantalla. Fue la época en la que el cyberpunk comenzó su letanía pesimista coincidente con la paulatina perdida de creatividad que ha llegado hasta nuestros días. Como consecuencia, esos nuevos peligros y enemigos contra los que combatir no eran tan nuevos. Uno de ellos fueron las invasiones de extraterrestres.

Los EEUU ya no podían poner a nazis o comunistas amenazando el modo de vida americano, y ahora les tocaba el turno a amenazas venidas de fuera de nuestro planeta. Independence Day (Roland Emmerich, 1996) fue para el resto del mismo una de las más impresionantes «americanadas» que el cine había visto. Hacer coincidir el día de la independencia de dicho país con el día en el que nos salvan de una invasión alienígena, es una demostración sin pudor de su convencimiento de que representan al mundo entero. Una y otra vez recuren a su escasa pero bien aprovechada mitología, recordándonos por enésima vez su papel en el Desembarco de Normandía en la 2GM, o sin ir más lejos, en la propia Guerra de Yugoslavia comentada al inicio del artículo en el que los EEUU tuvieron que venir a «rescatar» a Europa... otra vez. En definitiva, una vuelta de tuerca tan inédita como demencial y bochornosamente panfletaria. No era la primera vez que Emmerich deseaba ganarse al público norteamericano como fuera: en Stargate (1993) una expedición militar de este país viajaba a un distante paraje desértico para salvar de las garras de un dictador a su indefenso pueblo. No, no estoy hablando de la Guerra del Golfo de 1991. Pero bueno, no estoy aquí para machacar merecidamente esta obra cinematográfica. Esto está muy visto, así que la idea es hacer lo contrario, salvarla. Además, poco después vinieron «maravillas» como Armaggedon (Michael Bay, 1998) o Battleship (Peter Berg, 2012), que dejaban la película protagonizada por Jeff Goldblum y Will Smith, como una broma simpática en comparación.

Redefinición del genero

Lo habitual en la ciencia-ficción cinematográfica hasta aquel momento sobre una hipotética invasión extraterrestre, era mostrar una superioridad tecnológica alienígena tan abrumadora que las fuerzas terrestres apenas podían ni empezar a defenderse. Un hueco que quedaba por llenar era postular sobre un hipotético enfrentamiento en el que hubiera una mayor igualdad que permitiera explotar mejor esta posibilidad. Roland Emmerich cumplió perfectamente este objetivo mostrando por primera vez espectaculares batallas aéreas entre cazas terrestres contra unidades alienígenas, que recordaban a Star Wars como el clásico en el que se había convertido con el tiempo. La película abrió a su vez una relativa moda de invasiones extraterrestres en el que se fundían los géneros bélicos con el de la ciencia-ficción. Un ejemplo claro de hace no mucho es Invasión a la TierraBattle: Los Ángeles— (Jonathan Liebesman, 2011).

Efectos artesanales

Empire State Building destrozado por los aliens

Independence Day podrá ser recordada por ser una de las últimas grandes producciones realizada todavía principalmente con maquetas y a la vieja usanza. Los efectos digitales y el CGI apenas comenzaban entonces a dar sus primeros pasos. Estas carencias no impidieron que la destrucción del Empire State Building y la Casa Blanca tengan poco que envidiar a equivalentes producciones actuales.

Errores que no son tales

Y ahora viene la parte principal del artículo y el motivo verdadero que me ha llevado a escribirlo. Ocurre que cierto sector del publico, llevado por la indignación ante semejante propaganda americana, ha querido ver más defectos de los que ya de por si tiene. Esta obra ha sido fuertemente criticada por dos errores que muy probablemente no lo sean tanto. A estas alturas huelga decir que voy a contar el final de la película.

Alteraciones gravitatorias

Uno de los supuestos errores de la película es la inexistencia de las correspondientes alteraciones gravitatorias que una masa tan grande como las naves nodrizas alienígenas debería causar. No he visto la reciente secuela, pero parece que tocan este tema y probablemente lo aclaren con alguna versión que no tiene porque coincidir con la que se va a exponer. En las naves alienígenas que permanecen en la órbita terrestre hasta el ataque final, no se observa en ellas ningún método de propulsión basado en el efecto físico clásico newtoniano de acción-reacción. Por el momento esta es la única forma de propulsión que el ser humano conoce —salvo el recientemente postulado motor EmDrive— pero en la propia obra la unidad alienígena que guardan en el Área 51 tiene motores basados en un principio desconocido que ignora la propia atracción gravitatoria y le permite desplazarse fácilmente. Es un recurso habitual en las obras de ciencia-ficción el suponer que una especie que puede realizar vuelos interestelares posee alguna tecnología de impulsión avanzada —desconocida y ficticia, claro—. Arthur C. Clarke en Cita con Rama llamó a este imaginario concepto «impulso espacial». Si se da por supuesta la existencia de entidades alienígenas que construyen estos enormes artefactos, no veo el motivo para no dar un pequeño paso más y especular que dicha hipotética tecnología podría perfectamente evitar que la masa del artefacto tuviera influencia alguna con el entorno. Por supuesto, salvo que sea esta la intención.

El virus

En la época de la incipiente Internet y los virus electrónicos que se colaban en nuestros PC clónicos, todo el mundo se echaba las manos a la cabeza con la solución final usada en la película en la que infectan el sistema de control alienígena con un virus informático... ¡¡terrestre!! Tal vez porque entonces existía la creencia de que un simple y terrestre ordenador Macintosh o un x86 basado en Linux «no tenían virus», resultaba un despropósito postular que se pudiera infectar todo un computador alienígena avanzado. Bueno, ahora que ya sabemos que esto no es así en el caso de Apple, añado que cualquier sistema informático está expuesto a un ataque de virus y que no hay ninguno que esté exento de alguna vulnerabilidad. Aún así quedan algunos flecos como de donde habían sacado ese virus y cómo era posible que pudiera entrar en un sistema extraño y con protocolos de comunicación desconocidos. Aunque no lo parezca, la solución está en la propia película y una vez más está en el Área 51.

Jeff Goldblum en el Área 51 donde investigan con PC una nave alien

En el conocido hangar secreto —sí, parece una contradicción— del gobierno de los EEUU, el bueno de Brent Spinner dirigía un equipo de investigación donde con diversas herramientas entre ellas las informáticas, se analizaba la tecnología alienígena. Por tanto, presumiblemente tenían conocimiento previo y se habían conectado a ella. De ahí a programar un virus no hay más que un paso. Queda por ver cómo se lleva hasta los invasores.


Jeff Goldblum de nuevo nos explica que las naves nodriza alienígenas utilizan los satélites de comunicaciones terrestres para poder establecer su red de comunicaciones. En realidad este es el punto débil de la película, ya que una tecnología tan avanzada podría haber desplegado ella misma su propia red. El caso es que este «truco» está puesto ahí por algo y con toda probabilidad es para poder justificar lo que luego vendría. Obviamente, en un blockbuster de este tipo pensaron que ya estaban dando demasiada explicación y al final, se quedaron cortos. El caso en definitiva, es que los aliens ya tenían un canal de entrada conectado a la red terrestre y usando nuestros propios protocolos de comunicaciones. Todo estaba listo, solo faltaban un par de valientes y simpáticos actores con ganas de fumarse un puro de la victoria.

Antivirus

Pero ¡un momento! ¿los aliens no tenían ni un miserable anti-virus? ¿ni un cochambroso corta-fuegos? Bien, esta es una de esas ocasiones en las que una idea se queda a medias porque su desarrollo implicaría convertir una película de entretenimiento en otra cosa. En mi opinión podrían haberlo intentado, pero mezclar algo de tipo más digamos intelectual, con mensajes patrióticos y nacionalistas, como que no encajan mucho. Al final como sabemos se quedaron con lo segundo. La cosa es que no conocemos otra especie inteligente, pero ¿es normal que una civilización dedique tiempo y recursos a programar pequeños fragmentos de código solo para joder un poquito? ¿podemos suponer que esto que hacemos los humanos es habitual en todos los lados de la galaxia? Si los aliens que se muestran en Independence Day son de tipo «colmena», no es descabellado teorizar que ni tan siquiera hubieran pensado en esta posibilidad por ser extraño para su comprensión natural como especie. Es cierto que llevaban años estudiando a la especie humana, pero los virus de ordenador tuvieron una aparición tardía en relación al momento de la película.

El homenaje

Tal vez lo más singular de imaginar un virus de ordenador salvando la especie humana contra una invasión alienígena, sea que nos recuerda a otra obra anterior. En el clásico de la ciencia-ficción La Guerra de los Mundos (H.G. Wells, 1898) nuestra especie, cuando toda su tecnología se había mostrado inútil y dando todo ya por perdido, se salva gracias a las propias carencias de los invasores que mueren infectados por microorganismos de nuestro planeta.


Publicada posteriormente en El Sitio de ciencia-ficción 
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