Arthur C. Clarke, autor del relato que después permitirla a Kubrik dar origen a 2001: Una Odisea del Espacio —El Centinela (1951)— no posee una bibliografía numerosa ni popular, sin embargo, algunas de sus obras —como la mencionada— figuran entre las más importantes de la ciencia-ficción. Estas se caracterizan principalmente por tener un gran sentido místico y transcendental sobre el papel de la especie humana en el universo, y al mismo tiempo, una gran verosimilitud científica. Esta combinación dota a sus creaciones de algo especial, de forma que si hay algún autor que pueda encarnar al llamado sentido de la maravilla, Clarke podría ser uno de ellos.


Cita con Rama (1973) es una novela de en la que se recrea con gran detalle ese momento en el que nuestra especie se hace consciente de que no está sola en el universo: en una época futura en el que el ser humano ha conquistado el Sistema Solar, se advierte con sorpresa que un extraño artefacto ha entrado en su interior, cuyas maniobras nada fortuitas revelan que una inteligencia alienígena está ineludiblemente detrás de él. Con su estilo preciso y realista, paso a paso Clarke nos relata la aventura por la cual una expedición sale al encuentro del misterioso artefacto en forma de gigantesco cilindro. Dentro de él, los astronautas que tienen la fortuna de poder visitarlo se encuentran con un asombroso ecosistema autónomo, formando lo que se denomina un Cilindro de O'Neil.

La situación se presta en la obra a momentos que evocan en sus protagonistas un asombro y maravilla que quedan fielmente relejados en sus líneas. En la época actual tan proclive a adaptaciones cinematográficas, muchos aficionados se preguntan cuando le llegará el turno a una obra como esta tan en principio, merecedora por las cualidades comentadas de ser mostrada en toda su magnificencia en una gran pantalla. Tal es así que un autor relacionado con la producción audiovisual no ha podido resistirse y ha creado un cortometraje sobre esta obra. Posteriormente, otro autor le ha añadido una banda sonora con efectos y sonido envolvente. Personalmente y sin animo de desmerecer el gran trabajo de Philip Mahoney (Vancouver Film School), creo que prefiero la versión sin efectos de Aaron Ross, que me recuerda a 2001: Una Odisea del Espacio y sus espacio-naves danzando al son de un vals. ¿Ustedes qué opinan?



Fuente: io9.com
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