Los trajes de cuero negro y látex de Matrix de los Hermanos Wachowsky, la oscuridad del Batman de Christopher Nolan, el realismo y madurez de la Galáctica de Ronal D. Moore y David Eick, dejaron definitivamente anclados en el siglo pasado a la inocencia juvenil optimista y colorida de las series de televisión de finales de dicho periodo.

El antes y el ahora de la Star Trek de siempre
Foto: videogameblogger

Star Trek: La Nueva Generación —TNG— podría clasificarse así. Esta producción evidenciaba la explotación comercial de una idea que, buena en sus inicios —la Star Trek Original— se estiró hasta «el infinito y más allá». La rigidez de Roddenberry así como de los mediáticos y excesivamente influyentes actores dificultó que evolucionara, algo que a los fieles seguidores de la franquicia no les hubiera importado, pudiendo haber atraído a más público. Pero esto no ocurrió y tras siete temporadas fue cancelada en 1994.

Como la serie de Rodenberry no podía ser tocada —ver artículo anterior—, la CBS —dueña de los derechos de distribución para la televisión— probó con dos ideas diferentes basadas en el mismo universo de Star Trek: Voyager y Espacio Profundo Nueve. Gracias a estas dos series el universo trekkie se ha prolongado ininterrumpidamente hasta prácticamente nuestros días.

Aunque la concepción de Voyager dista del resto de series, en el fondo era una «reedición» de la serie original. En ella se usaba como excusa que por circunstancias del destino, la nave va a parar a un lugar distante e inexplorado de la galaxia. De esta manera, era posible introducir nuevas historias y además, se cumplía una de las pretensiones iniciales de la serie original que no se atrevieron a tomar en su momento: tener una mujer como capitán.

Pero si hay una serie que pueda considerarse como un verdadero cambio de paradigma en el universo de Star Trek  esa sería Espacio Profundo Nueve —o simplemente DS9—. Al igual que sucediera con la primera adaptación cinematográfica, la variación del tono respecto a la supuesta idea original provocó que DS9 siempre estuviera rodeada de cierta polémica proveniente de los sectores más conservadores de la franquicia, que no la consideraban lo suficientemente «trekkie».

EL excepcional trabajo de sus guionistas —entre los que estaba un Ronal D. Moore que a buen seguro tomaría notas para lo que tendría que venir después de su mano— dieron como fruto una serie en la que se reflejaban aspectos inéditos en el universo trekkie que, sin perder el optimismo que siempre le ha caracterizado, mostraba el lado más problemático y conflictivo de los entresijos de la Federación y la complicada convivencia con otras especies.

De entre los capítulos a destacar de DS9 podemos detenernos sin ir más lejos en el primero de ellos, Emisario. Este excepcional capítulo de doble duración es uno de esos pocos casos en cine o televisión, en los que la parte de ciencia-ficción está embebida en la historia formando parte troncal e insustituible de ella, sin ser un simple escenario. La forma en la que se relacionan en la trama los problemas personales del comandante Benjamin Sisko con el encuentro con los habitantes de un agujero de gusano, cuyas mentes no interpretan el tiempo de la misma forma lineal que los seres humanos, es sencillamente fabulosa.

Esto no impedía sin embargo que los fracasos cinematográficos de las aventuras basadas en TNG se sucedieran uno tras otro. Se volvió a intentar con la serie de televisión Enterprise, en donde se dieron algunas innovaciones y se huía definitivamente del exceso visual y chillón que hasta ese momento había caracterizado el universo de Star Trek. Pero al contrario que sus antecesoras que alcanzaron las siete temporadas, esta no pasó de la cuarta. Tras su cancelación en el 2005, se vivió por primera vez en décadas la ausencia en pantalla y en los platós de rodaje de una serie de televisión o una película relacionada con Star Trek. Así fue hasta el año 2009.

J.J. Abrams

Después de reimaginar Galáctica y de volver a galaxias lejanas, parecía inevitable que la que fue origen de todo, acabara siguiendo un camino similar. Tras varios años agotando comercialmente las anteriores fórmulas de la franquicia, ¿cuál era la mejor forma de relanzar la saga adaptándola a los tiempos actuales? Para especular sobre los motivos que llevaron a la elección de la fórmula que ya todos conocemos, hay que tener en cuenta la situación previa al estreno de Star Trek (2009):
  1. Cariño con los personajes originales manifestado en series producidas por el fandom
  2. Agotadas las principales vías de continuar con la franquicia
  3. Necesidad de un replanteamiento estético, técnico y visual.
  4. Producciones cinematográficas pensadas para el mayor publico objetivo posible,
Los personajes de siempre, con toda la tecnología disponible para llevar a la pantalla cualquier historia que se quiera contar con una cuidada y espectacular estética, junto al habitual recurso narrativo en el universo de la franquicia como son los viajes en el tiempo; han permitido crear algo intermedio entre el reboot y la precuela. De esta forma se tiene libertad creativa para iniciar el camino que se desee, partiendo como así ha sido, incluso en un punto anterior al situado en la serie original.
“Hay que rendir homenaje pero no recrear lo que se ha hecho antes”

La elección del coronado «Nuevo Rey Midas» de Hollywood, responde con toda seguridad al deseo de  lograr un producto que atraiga tanto a trekkies de toda la vida como al público más general, siguiendo la misma línea que estamos viviendo de producciones lo más «heterogéneas» posibles. Lo ideal hubiera sido que Abrams hubiera puesto en práctica sus propias palabras, aplicando lo que sabe hacer por lo visto en la magnífica serie Fringe, cuyo factor sobresaliente son unos personajes llenos de fuerza, distintos pero bien complementados. Tal vez debido a que sus compañeros han ido «Perdidos» con los guiones y el cambio de medio de la televisión al cine, han creado en su lugar un producto de consumo rápido que cumple muy bien como entretenimiento, que no es poco, pero tratándose de Star Trek podría esperarse algo más.

El futuro

Volver a tener la Star Trek que marcó la época en la que se soñaba con alcanzar una era de magnificencia sin límites, es tan complicado en nuestros  «oscuros y posmodernos» días como seguramente recomendable. Precisamente porque a pesar de estos pesimistas tiempos en los que vivimos, es ahora cuando los límites técnicos que lastraron la serie original pueden ser superados satisfactoriamente.

Abrams, que nunca fue seguidor de la franquicia, se ha ido a dirigir a «la competencia» aunque continúa como productor. La ha relanzado comercialmente, pero no se ha esforzado más que en replantear y actualizar escenario y personajes —que era necesario— pero sin darles la profundidad que tenía la original. Es decir, adaptar Star Trek a nuestros tiempos, siendo respetuosos con lo que significó en su momento, intentando emular sin limitarse a repetir clichés, de momento, aún no ha ocurrido.

La nueva Star Trek dependerá de la compatibilidad entre los intereses de la productora con el anhelo profesional y personal de los que tomen las decisiones creativas. Pero sobre todo dependerá de cuál sea su sueño respecto a retomar las aventuras de la Enterprise en busca de mundos desconocidos, de nuevas vidas y nuevas civilizaciones por conocer en lugares, a los que todavía nadie ha podido llegar.

Enlaces:

  • Star Trek: En la oscuridad (Star Trek Into Darkness, J.J. Abrams, 2013). El Pájaro Burlón. <enlace>. [acceso 11-abr-2014]
  • De ‘Star Trek’ a ‘Star Wars’, y tiro porque me toca. El País Cultural. <enlace>. [acceso 11-abr-2014]
  • Belleza y oscuridad. El Universal. <enlace>. [acceso 11-abr-2014] 

Artículo publicado posteriormente en el blog Planetas Prohibidos el 2 de noviembre de 2014
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