Juego de Tronos (HBO, 2011-) es la adaptación televisiva de la saga de novelas Canción de hielo y fuego (1996), del autor George R.R Martin. Este autor proveniente de la ciencia-ficción, ha obtenido un gran éxito internacional gracias a esta obra. Se la suele clasificar dentro de la fantasía épica o medieval, aunque no son pocos los comentarios sobre la poca fantasía que se encuentra en ella.

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Spiderman con las desaparecidas Torres Gemelas reflejadas en sus lentes
Spiderman y las desaparecidas «Torres Gemelas» reflejadas en sus lentes.

En los catorce años que transcurrieron desde 1968 hasta 1982, el mundo cinematográfico vivió tres revoluciones consecutivas. La primera fue 2001: Una odisea del espacio (Kubrick, 1968), cuya frescura e innovación continúan intactas en nuestros días, al contrario que otras producciones cuyo paso del tiempo les ha tratado francamente mal. Esta película tiene el extraño honor de ser de las primeras de ciencia-ficción que entendió poca gente, en una época en la que este género era tomado por regla general muy poco en serio, por lo simples y estereotipadas situaciones que relataban.
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Logo de Batman 'estilo Matrix'
Foto: Go4mosaic
De la última mitad del S. XX podrían citarse varios estrenos que significaron un antes y después en el mundo del cine. Justo antes del fin de siglo pasado, destaca uno de ellos que bien entrado el actual, continúa vigente. Con Matrix (Hnos. Wachowski, 1999) cambió casi todo. Desde la forma de hacer las películas, hasta la propia concepción filosófica de la realidad y la consolidación del cyberpunk, circunstancias que habían sido iniciadas por Blade Runner (Ridley Scott, 1982), diecisiete años antes.

Sin embargo, un factor común a estos hitos cinematográficos es la incomprensión a la que se enfrentaron en sus respectivos procesos de producción iniciales. Afortunadamente para ellos, los éxitos posteriores hacen que todas aquellas dificultades se olviden, sin embargo, existe cierta duda sobre cuales fueron realmente los factores que las hicieron triunfar y llevarse el beneplácito del público.

En el caso de Blade Runner, los numerosos cambios de guión y el añadido de elementos como la voz en off, hizo que gran parte de su éxito inicial fuera por complacer a un público que lo identificó como cine policial negro. Concepto que si bien está presente en la estética del cyberpunk, ocultó la pretensión del guión inicial sobre crítica política y filosófica que caracteriza a este género y que a posteriori, es la que tras muchos años de sucesivas ediciones posteriores y director's cut, se ha consolidado entre sus fervorosos seguidores. Pero hay más ejemplos.

Las patadas voladoras

Matrix era conocida en la Warner Bros como «ese guión que no entiende nadie». Actores como Sean Connery rechazaron el papel por motivos similares. La productora no dio su aprobación final hasta comprobar la espectacularidad de los efectos especiales de la secuencia inicial, en donde se consumió el presupuesto de partida (Cinemania).

El resto de factores que caracterizan internamente a Matrix —un mundo virtual en donde habitan las conciencias secuestradas de la humanidad, y cómo un grupo de resistencia logra vulnerar las leyes físicas de esa recreación gracias a «hackear» su  conexión mental con él— que justifican los efectos especiales empleados, no parecían interesarles. De hecho, eran un obstáculo.

Fue la estética impactante la que logró que esta película saliera a la luz. ¿Fue también la razón de su éxito? Si tenemos en cuenta películas como Guardianes del Día (Timur Bekmambetov, 2004) o Resident Evil (Paul W. S. Anderson, 2002), por citar un par de ejemplos, se observa que la influencia que ha tenido posteriormente ha sido la de imitar las patadas voladoras o el tiempo bala, entre otros, sin apenas justificación argumental (Extracine). Por tanto, todo parece indicar que una mayoría se siente atraída por la mera estética, sin enterarse de que va la película.

El caballero «oscuro»

Una de las pocas sorpresas cinematográficas del S. XXI ha sido proporcionada por el boom del cine de superhéroes. Un primer intento fue Spiderman (Sam Raimi, 2002) que se apagó por culpa de una tercera parte fallida, según dicen algunos. Poco después, el artífice de Memento (Christopher Nolan, 2000) nos presentó en Batman Begins (2005) una versión del Hombre Murciélago totalmente inédita en la pantalla.

De una manera u otra, Nolan logró que una película de superhéroes influyera en el panorama cinematográfico en general y al de entretenimiento en particular, como poca gente se esperaba. Por un lado, ha supuesto el definitivo salto de los superhéroes al medio cinematográfico, y por otro, ha generado una línea en la ciencia-ficción cuya principal seña es «la oscuridad».

Ahora bien, ¿en qué consiste realmente la aportación de Nolan? ¿se trata simplemente de que sus historias tengan un aire «oscuro»? En mi opinión, la innovación del director londinense ha sido la de adaptar como no se había logrado antes, historias con un lenguaje y caricaturización propias de un medio diferente como el del cómic, al relativamente mayor realismo y verosimilitud características del mundo del cine.

Sin embargo, se observa en recientes producciones como Star Trek en la oscuridad (J.J. Abrams, 2013) o Thor y el mundo oscuro (Alan Taylor, 2013), cómo se apresuran a autoetiquetarse en el título de forma evidente y algo forzada, sin que sea realmente necesario por el argumento. Otro caso podría ser Stargate Universe (Brad Wright-Robert C. Cooper, 2009), que parece imitar la «oscuridad» también presente en la Galactica Reimaginada (Ron Moore, 2003).

Cuando se habla de Nolan, se habla de historias «oscuras», pero pocos reparan en la justificación de dicho elemento, que en el caso de Batman es doble: por su propia idiosincrasia, y por otro, por el arquetipo mítico del héroe: tragedia y una continua lucha interior contra los mismos miedos que le transforman en lo que acaba siendo.

Enlaces


[Publicado posteriormente en el blog Planetas Prohibidos]
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El planeta Tierra es nuestro hábitat natural y al mismo tiempo, es como una «gran estación espacial» que nos pasea por una región del universo conocida como Sistema Solar. Ya se han encontrado planetas similares al nuestro, y tal vez algún día en el futuro podamos aventurarnos a vivir en ellos o visitarlos. Esperemos que si llega ese día no sea por una excesiva necesidad, pero, ¿y si no queremos o no podemos volver a «colonizar» otro planeta?

Además de las dificultades a las que el género humano se enfrenta para encontrar un planeta compatible con nuestra forma de vida o la dificultad para llegar hasta ellos, se podrían considerar otros límites éticos como suponer trasladar un problema de superpoblación, contaminación y falta de recursos, a otro futuro e hipotético planeta virgen. 

Por estos motivos, se han especulado con otros hábitats artificiales que nos permitirían vivir en el espacio alejados de nuestro hogar natural, pero disfrutando de una vida lo más parecida a este. Bien de forma permanente y estática, o como naves generacionales para largos viajes a través del cosmos. Sin pretender profundizar en ellos y sólo con ánimo de recopilarlos en una única entrada, estos son los principales:

Esfera de Bernal (1929)

Interior de una «Esfera de Bernal».
Imagen: NASA/Wikipedia
Todo empezó en 1929 cuando el científico John Desmond Bernal (The World, the Flesh & the Devil) propuso como posible estación espacial, una esfera de unos 16 km de diámetro en cuyo interior se recrearía un hábitat terráqueo (zonas urbanas, agrícolas, etc).
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La creación de un universo propio es el fenómeno que define las grandes ficciones de masas de nuestra época
                           Santiago García (La novela gráfica –Astiberri, 2010–) en El Confidencial

Convención Star Wars
Foto: Diario de Yucatán
Se suele relacionar a algunas célebres sagas de ciencia-ficción como Star Wars, Star Trek o Stargate, con multitud de acérrimos aficionados que coinciden en reuniones o acuden a los estrenos cinematográficos, ataviados con los ropajes de sus personajes.

No es necesario ceñirse a la ciencia-ficción. Otras sagas del fantástico como El Señor de los Anillos tienen en común con las anteriores similares características. La mayoría de ellas comparten el fenómeno llamado merchandising, por el que se comercializan todo tipo de productos relacionados.

Su paso por las salas cinematográficas podría definirse como punto de partida de su explotación comercial, que lo convierten en franquicias y que ayudan al espectador a sumergirse en sus universos particulares. En España a este fenómeno se le denomina de forma simplista y muy cargada de prejuicios, «frikismo». Vocablo que los propios aficionados han acabado aceptando, incluso con cierto orgullo.

El inicio de este fenómeno podría situarse con la serie original de TV Star Trek, cuando el público logró convencer a la productora para evitar su cancelación y prolongarla una temporada más. No obstante, el punto de inflexión a partir del cual se definieron los parámetros de explotación comercial tal y como hoy los conocemos, vino con el estreno de Star Wars. Luego vendrían otras como Galáctica, la mencionada de Stargate, y algunas más, que si bien todas buscaban en mayor o menor medida imitar a George Lucas, podrían señalarse algunos matices en cuanto a la forma de llevarlo a término.

Cosplay Galactica
Foto: Live for Films
Cuando Star Wars se estrenó, no pensaban que iba durar ni una semana en taquilla. Independientemente de si la idea fue anterior o no, se hace complicado pensar que Galáctica (1978) fuera concebida con idea de aprovecharse de un fenómeno que apenas había comenzado. No obstante, lo que si parece bastante evidente es que aprovecharon el tirón posterior de la creación de George Lucas, para convertir lo que en un principio no era más que un largo episodio piloto de 2h para la TV, en un éxito cinematográfico.

Dicen que Stargate partió con la idea de realizar una trilogía. La cuestión es que finalmente no llegó a eso. Su conversión a objeto de culto por parte de legiones de seguidores no se sucedió hasta que una productora canadiense, que poco tenía que ver con los de la película, decidieron crear una serie de TV, y luego otra, y otra, y....

Babylon 5 no ha pasado de serie de TV de presupuesto reducido gracias a aprovechar las entonces incipientes nuevas técnicas de efectos especiales por computador, y rodar la mayoría de escenas en interiores con decorados cutres. Guiones aparte, la idea era similar a la de Star Trek, salvando las distancias temporales y el contexto completamente distinto. Tal vez por llegar tarde, el resultado es que aunque ha disfrutado de un éxito relativo, no ha sido tan explotada comercialmente ni las películas han pasado de ser meros capítulos de larga duración. Eso sí, llegó a tener un spin-off, aunque no duró mucho..

Matrix, reunía las condiciones para haber podido emular a anteriores producciones de éxito multitudinario.  De hecho, se realizó alguna serie de animación. Pero puede decirse que no llegó a dar el salto, seguramente por lo decepcionantes que fueron para sus aficionados las continuaciones posteriores.

El Señor de los Anillos es un caso especial ya que mucho antes de su estreno cinematográfico, ya era una toda una saga multitudinaria con comunidades de fervientes seguidores, que se manifestaban a través de los juegos de rol.

Una conclusión que puede extraerse es que pocas de estas obras fueron concebidas con plena consciencia de en lo que iban a convertirse. Con el paso de los años y debido a necesidades comerciales, surgen iniciativas de hacer segundas partes y de un tiempo a esta parte, suele estar de moda pretender sacar trilogías como sea. Pero una cosa es rentabilizar al máximo una obra, y otra pretender crear mitologías que llegan a ser  vividas por los aficionados en los casos extremos, como si de religiones se tratase.

Cosplay Avatar
Foto: CosContopia
El intento más evidente de utilizar el medio cinematográfico para «inventarse» directamente una franquicia de este tipo con el objeto de su explotación comercial, en los términos que Star Wars definió en su momento, proviene de un director-productor que no ha mostrado vergüenza ni pudor en manifestar dicha intención claramente. Hablamos de James Cameron y Avatar. Lo anacrónico de esta situación es que pocas de las sagas originales fueron creadas con un propósito comercial tan definido, evidenciando en el caso del productor de origen canadiense cierta tendencia hacia la manipulación de los espectadores, una excesiva ansia crematística y una falta de respeto por la autoría de las ideas que utiliza en sus guiones, que a algunas personas nos resulta incómoda.

Otro caso similar que rezuma a partes iguales espectacularidad visual y falta de originalidad es Tron: Legacy (Joseph Kosinski, 2010), que es poco más que una repetición de clichés y estereotipos más que vistos, que se mantienen a duras penas gracias al atractivo visual del mundo paralelo informático creado para la ocasión, y una buena banda sonora del grupo de techno Daft Punk. Ambas producciones son las primeras partes de unas trilogías que de momento, no parecen encontrar el momento de ser continuadas. Tal vez sea porque realmente no saben cómo hacerlo.

Superhéroes

Cuando surgieron los primeros superhéroes cada uno de ellos tenía su propio universo diferenciado. Las necesidades empresariales de las editoriales decidieron unir la mayoría de ellos. En cualquier caso, cada editorial ha acabado formando todo un universo lleno de superhéroes en los que el resto de la Humanidad poco puede hacer. Como resultado es que los fans de superhéroes forman uno de los mayores colectivos de aficionados a los cómics, al cine y a la ciencia-ficción.

Universo expandido

Estos universos creados por sus creadores originales no han permanecido en su estado inicial. Si el universo físico real expande su propio continuo espacio-tiempo, estas obras corales con vocación de ópera teatral son análogamente expandidas al ser enriquecidas con las creaciones de sus aficionados. En el caso de las dos primeras sobretodo (Star Wars y Star Trek) han surgido de la mano de escritores, ilustradores y otros aficionados, constelaciones de personajes e historias paralelas que han expandido el universo inicial de la obra.

Cosplay Leias
Foto: Cinemanía
¿Qué es lo que tienen en común estas manifestaciones que provocan la formación de legiones de seguidores?

Podría ser por una parte, su relativa facilidad para lograr al mismo tiempo, en caso de tener un mínimo de éxito inicial, una continuidad en posteriores partes y una masa de aficionados que no se limitan al visionado de las películas, sino que se mantienen ansiosos en espera de cualquier producto relacionado, sean camisetas o series de TV ambientadas en el mismo universo.

Por otro lado, otro factor que parece ser común entre la ciencia-ficción de la Space Opera y la Fantasía, es su naturaleza de evasión, basada en la aventura y el romanticismo. Estas obras permiten al espectador evadirse con mayor facilidad al brindar todo un universo creado para satisfacer por completo las necesidades de la historia, bien sea al lado de los personajes conocidos o en otra historia completamente nueva. Universos, en los que uno puede convertirse en protagonista y vivir su propia aventura.


Publicado posteriormente en el blog Portal Planetas Prohibidos el 15 de septiembre de 2013
Publicado posteriormente en el Sitio de ciencia-ficción el 23 de febrero de 2014

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Foto: The Space Review
Tropas del Espacio (1959) y Forastero en Tierra Extraña (1961) provocaron que me tuviera que remover incómodo cuando practicaba su lectura. Hay algo en Heinlein que resulta violento. No son simplemente sus diálogos y descripciones de profesores mutilados hablando de la violencia y del poder. Tal vez sea la seguridad y solidez con la que describe tanto una militarizada, férrea y convencida sociedad terrestre; como un tiempo después se mueve en un terreno completamente diferente, con un relato que inspira al movimiento Hippie de la época. Ambas visiones son tan irrefutables y contrapuestas simultáneamente, que te dejan pensativo, e incluso desorientado. No te da tregua.

Muchos dicen que este autor era fascista, por la descripción del régimen relatado en Tropas del Espacio. Algo en la novela les hace parecer que así es. Sin embargo, tan sólo la relevancia del ejército es el único punto, superficial, que pueda hacernos recordar a tan infausto régimen. El resto de características del fascismo como la discriminación racial o el culto al líder, brillan por su ausencia. El derecho a voto es aplicado a todos por igual, otra cosa es que el filtro aplicado para obtener este derecho nos resulte excesivo, pero esto no tiene nada que ver con el fascismo.

El vuelco en la posterior Forastero en tierra extraña no parece importar a los que opinan de esta manera, a pesar de mostrarnos una sociedad completamente distinta y darle al protagonista el papel de defender un sistema que fue considerado un ejemplo para el movimiento Hippie, como se ha comentado, y que muy fascista no es.

Si en una novela se le relaciona con el fascismo, en la posterior se le podría relacionar con el comunismo. Como no puede ser las dos cosas a la vez, tal vez sea algo diferente a algún punto común de ambas. Aunque pueda sorprender a más de uno, lo que comparten estos dos sistemas de trágico paso por la historia es el colectivismo. Por tanto, puede que lo que intentase con sus novelas fuera tan sólo mostrar las «dos caras de una misma moneda», siendo Heinlein simplemente un individualista.

Tropas del Espacio está escrita en primera persona. Es la historia de Johnny Rico, el cuál, se siente influido por su entorno para alistarse alegremente como carne de cañón para luchar contra un extraño enemigo que tan sólo saben de él, que es capaz de desviar meteoritos. Sin embargo, lo simbolizan como muy peligroso y cercano. La visión descrita en la novela es la de Rico, no la del autor. La versión cinematográfica de Paul Verhoeven supo captar esta otra visión irónica de la novela.

En definitiva, no tengo ni idea, ni me preocupa demasiado, cual era la ideología de este autor. Pero si comparamos con otros autores de ciencia-ficción que hayan realizado critica social en sus obras como Orwell o Huxley, ¿acaso importa cuál fuera esta? ¿eran partidarios de los Estados totalitarios que describen en sus novelas? En el caso de estos autores parece que está claro que no, pero de nuevo, ¿qué importancia y relación tiene el hecho de lo que defiendan, con el contenido de la obra, más allá de las influencias lógicas?

Tal vez el mensaje de fondo de Heinlein sea en definitiva, favorable de alguna forma a una sociedad regida por estos principios, que utiliza a enemigos oportunamente escogidos para unir y cohesionar a las gentes en torno de un objetivo común, y a la guerra como una forma «objetiva» de seleccionar a los mejores. Todo, como un mal menor frente a una sociedad que el vería como demagógica, débil, mediocre y sin valores, descrita en su posterior obra sobre el «Hombre de Marte».

O tal vez sea una forma de poder colocar en una balanza estas dos opciones extremas, para así, poder encontrar un equilibrio. Esta es una de las funciones habituales de la ciencia-ficción, su capacidad para crear realidades alternativas verosímiles, como una especie de simulación con la que poder experimentar, extraer conclusiones y generar debates.

Heinlein te hace cuestionar valores que crees inamovibles. Te obliga a revisar la coherencia de aquello que defiendes, de tus principios. Si es cierto que las buenas lecturas son aquellas que no te dejan indiferente, las obras de este autor lo logran con creces. Su opinión personal, no debería influirnos demasiado para valorar sus obras por su capacidad para estimularnos intelectualmente, haciéndonos replantear la realidad.

Pero mucha gente odia tener que enfrentarse a sus demonios. Les molesta que les hagan dudar, que les planteen situaciones que se alejan de las idealizadas en las que ellos creen dogmáticamente, de forma casi absoluta. Cuando se dan estas circunstancias, la solución suele converger a un tópico, muy utilizado cuando se desea destrozar al adversario y zanjar el asunto por la vía rápida: se le llama fascista.


Artículo publicado posteriormente en el blog Planetas Prohibidos el 5 de mayo de 2013
Artículo publicado posteriormente en El Sitio de ciencia-ficción el 17 de noviembre de 2013

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El asímétrico rostro de Higgs, sobre una imagen rara, rara.
Foto: Conec.es
El mundo científico tuvo su gran momento de baño de masas cuando el equipo del Gran Colisionador de Hadrones, dio una de las noticias más importantes que la ciencia de la física de partículas nos ha brindado en décadas: el descubrimiento del Bosón de Higgs —o la mal llamada «partícula de Dios»—.

La higgsmania tuvo un gran seguimiento por parte de los grandes medios. Durante aquellos calurosos días, el hallazgo de la maldita partícula fue celebrado por todo lo alto, a pesar de que hasta hace poco todavía existían ciertas dudas sobre el hallazgo.

Sin embargo, a la hora de evaluar las consecuencias y el alcance de dicho descubrimiento, el inicial revuelo se apagó repentinamente cuando se dieron cuenta de que ya no habían titulares sensacionalistas para publicar. Los científicos, con su innata prudencia profesional, no satisfacían a los mass media con sus explicaciones técnicas acotadas a lo estrictamente mensurable.

¡Que no es divina la partícula, sino maldita, corcho!La ciencia-ficción no está tan sujeta a estas limitaciones. Si hubieran querido podrían haber hecho uso de ella para especular con propuestas más espectaculares. Pero en España, la ciencia-ficción no existe más que como una imitación superficial de la del ámbito anglosajón, en donde con una simple búsqueda —seguramente con un motor proveniente del mismo ámbito cultural— se encuentran referencias desde una entrada en la Wikipedia dedicada en exclusiva a este tema, hasta un artículo de una publicación de sociedad. Habrá que intentar compensar, aunque sea minúsculamente, intentando no limitarse a repetir lo que nos llega desde el mundo anglosajón. Aunque ello implique arriesgarse.

El bosón de Higgs y la ciencia-ficción

Representación de lo que hacen en el CERN. O algo.
Foto: The Guardian
Como se ha visto anteriormente, la nueva partícula era la piececita que faltaba para dar sentido a la existencia de la masa de las partículas, según el modelo que sigue la física. La cuestión que se ha de abordar desde el punto de vista de la especulación en la ciencia-ficción, es qué podemos hacer con esta nueva posibilidad para expandir —mediante la extrapolación— los límites de la física.

Si el conocimiento del campo electromagnético gracias a Maxwell permitió construir un mundo de ciencia-ficción para los habitantes del S. XIX —desde los motores eléctricos a los más avanzados computadores y dispositivos electrónicos—, el conocimiento del campo de Higgs abre un mundo ante nosotros de características totalmente espectaculares.

Imaginemos por unos instantes que somos capaces de alterar en alguna medida —mediante algún dispositivo tecnológico construido gracias a los nuevos descubrimientos— el Campo de Higgs. Para explicar el efecto se comparará con un campo eléctrico: si una carga de este tipo es aislada de un campo de su misma naturaleza, no actuará ninguna fuerza sobre ella. De forma similar, si aislamos una partícula del campo de Higgs, no aparecerá la masa en ella. Lo que en el campo eléctrico implica una aparición de fuerza, en el de Higgs implica la aparición de la masa en aquellas partículas que por su propiedad intrínseca, así lo requieran. Partiendo de estas premisas, las maneras de interaccionar con un campo de cualquier tipo —básicamente— son dos:
  1. De forma pasiva: apantallamiento o aislamiento —de un campo previamente existente—.
  2. De forma activa: amplificación y/o atenuación —bien de un campo ya existente, o creando uno nuevo—
Siendo como es el Campo de Higgs un campo primordial —un campo que existe desde la propia creación del Universo y su existencia va unida según la teoría, al propio entramado del mismo permeándolo en su totalidad— no cabe especular sobre la creación de campos de Higgs «nuevos», ya que esto podría equivaler a encontrarnos en un universo alternativo. Bueno, realmente, como poder, si que sería un tema interesante, pero me van a permitir los lectores que lo dejemos para otra ocasión.

(NOTA: lo comentado a continuación es sobre fenómenos físicos FICTICIOS, salvo que se indique lo contrario)

Pseudo-anti-gravedad

La masa es el módulo, el peso es el vector
Foto: neetescuela
Una de las primeras extrapolaciones más o menos evidentes es la de que si somos capaces de variar la masa de un objeto, entonces la atracción gravitatoria ha de variar en consecuencia, por la Ley de la Gravedad de Newton. Según esta, a una misma altura, el peso o la fuerza de atracción gravitatoria que la Tierra ejerce sobre los cuerpos en ella, depende de la masa de estos —como en la tierra se asume que la gravedad es de 1 g, el peso es siempre coincidente con la masa—. Si se disminuyera la masa lo suficiente de un contenedor, por ejemplo, podría manejarse fácilmente.

Pero no sería anti-gravedad «autentica», ya que no se actuaría sobre el campo gravitatorio, sino sobre una de las variables que intervienen.

Impulso espacial

Portada de «Cita con Rama»Arthur C. Clarke en su excelente novela «Cita con Rama», especula con un gigantesco objeto cilíndrico de origen desconocido que entra en nuestro sistema solar. Para su propulsión, propone un hipotético sistema al que le llama «impulso espacial», que consiste en la generación de un «campo» que desprecia la inercia de la masa que captura en el. Este sistema se diferencia de los conocidos en que en estos siempre hay una «masa reactiva», que al ser expulsada, proporciona un impulso por la ley de acción y reacción de Newton. Si la inercia es ignorada, no es necesaria ninguna masa de reacción. El gigantesco cilindro se movería por el espacio cual partícula subatómica, empujada por mínimas fluctuaciones cuánticas de energía, presentes en todo el vasto universo. Si se entiende el campo postulado por Clarke en esta novela, como uno capaz de anular u oponerse al de Higgs, los resultados serían muy similares ya que al reducirse la masa, la inercia sería igualmente despreciada. En Star Trek se utiliza el artificio de postular un área del espacio-tiempo llamada «subespacio», en donde no existe el límite de la velocidad de la luz. Si bien es un concepto distinto, no deja de ser muy similar la idea de aislarse del espacio «normal» para evitar sus limitaciones.

Star Wars

Que la F=ma sea contigo, oye
Foto: Houston Museum
of Natural Science
Una de las particularidades de la teoría del campo de Higgs es la revisión del clásico concepto de «éter» —descartado en 1887— al compartir la característica de formar parte consustancial de todo el universo. En un artículo anterior ya se comentó algo de la particular forma de navegación existente en Star Wars. En concreto, en el universo representado por George Lucas y expandido por la comunidad de aficionados, se habla del «timón etérico» como parte de dicho sistema de navegación.

Aunque aún quedaría muy lejos de este artefacto imaginario, la posibilidad de variar la masa junto con el concepto de cantidad de movimiento, permitiría variar la velocidad de un navío espacial. En la mecánica clásica, para frenar un cuerpo es necesario aplicar una fuerza proporcional a la masa, asumiendo siempre que esta es constante. Esta cantidad de movimiento se puede expresar como el producto de la masa por la velocidad. Suponiendo un navío que surca el universo interestelar con una cantidad de movimiento «p» constante, al aumentar la masa, la velocidad debería disminuir en consecuencia. En definitiva,  sin más que accionar un mando y sin usar fuerza de reacción alguna —retrocohetes, o similar— se podría variar apreciablemente la velocidad de un navío espacial.

Viaje a velocidades relativistas

Mirad hacía delante, corcholis
Foto: fotograma de Star Wars IV
¿Hay fotones en reposo? Tan sólo un agujero negro es capaz de aminorar —aunque sea haciendo trampa— la velocidad de la luz en el vacío. Según la teoría de la relatividad de A. Einstein, este parámetro es constante y finito —como se ha comprobado—, siendo el máximo permitido en el universo —agujeros de gusano aparte—.

Si lo anterior «parece ciencia-ficción», ¿qué ocurre con la luz y su velocidad, por qué esta si que viaja al máximo? En este vídeo de un artículo anterior, se explicaba que —por la propia naturaleza del funcionamiento de las cosas— una partícula sin masa ha de estar en constante movimiento y a la máxima velocidad posible. La luz está compuesta por fotones —sin masa—, por lo que salen despedidos irremediablemente a la velocidad... de la luz. El límite no lo fija la luz y la velocidad que pueda adquirir, sino que está fijado por la propia estructura del universo, y los fotones de luz no hacen más que viajar a lo que este les obliga a hacer.

La cuestión es que con masa igual a cero, inmediatamente saldríamos disparados a la velocidad de la luz —al no tener masa las aceleraciones podrían despreciarse—. Con un campo o pantalla que nos aislase lo suficiente del campo de Higgs, se produciría un efecto similar. Esto no sería un viaje FLT —Faster Than Light—, pero llama poderosamente la atención la similitud con los saltos al «hiperespacio» habituales en sagas como Star Wars o Galáctica. Eso si, cuidado con lo que tengáis delante.

Superman

Superman y la masa (no me refiero a Hulk)Tal vez resulte sorprendente la gran cantidad de cosas espectaculares que podrían hacerse si pudiésemos alterar la masa de los cuerpos. Los que alberguen todavía cierto razonable escepticismo, puede que les resulte interesante este estudio del matemático y físico teórico Ben Tippet, el cuál ha desarrollado —supongo que en su tiempo libre, claro— una teoría unificada de los poderes de Superman, que debería toda su capacidad a una única habilidad: la de poder variar la masa inercial de las partículas. Lo más curioso es que este estudio es de hace más de cuatro años —antes del descubrimiento del bosón de Higgs—.

Fuentes y enlaces relacionados




Artículo publicado posteriormente en el Portal Planetas Prohibidos el 20 de marzo de 2013
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