El «teólogo» de los Cylones de la moderna Galáctica

La cuestión de cuál es el papel que en la ciencia-ficción desempeña la religión suscita algunos enconados debates. Al parecer, algunos prejuicios y cierta antipatía a determinada jerarquía eclesiástica que ostenta un monopolio de la religión al que estos críticos no hacen seguramente más que fomentar, junto con un positivismo científico excesivo, lleva a opinar a algunos que los seres místicos no tienen cabida en el género.

Un ateísmo militante frente al puritanismo inherente de la cultura norteamericana y la anglosajona por extensión —lugares de donde provienen la mayor parte de la influencia cinematográfica y cultural actual—, que acostumbran a impregnar sus producciones de cierto mensaje místico-religioso, agrava esta discusión. Como el caso del polémico final televisivo que decidieron darle los guionistas y productores de la moderna serie Battlestar Galactica.

Nada mejor que ver como la propia ciencia-ficción, siempre atenta a las vicisitudes por las que pasa nuestra especie, ha tratado este polémico asunto.

Frank Herbert

Frank Herbert, autor de la saga «Dune» En la magistral obra Dune (1965), Frank Herbert sorprendía a la comunidad internacional literaria con una ciencia-ficción en la que las proezas tecnológicas no ocupaban el papel principal que habitualmente tenía en las obras del género, sino que quedaban relegadas a un segundo plano en la trama. En este universo imaginado por Herbert, la humanidad, a pesar de haber logrando expandirse por el universo conocido merced a dichos avances, se organizaba alrededor de señores feudales que ocupaban planetas enteros y con una jerarquía religiosa que ostentaba un privilegiado poder merced a la situación producida tras una revolución religiosa, la Yihad Butleriana, que expresaba un explicito rechazo hacia toda esa tecnología debido a las consecuencias que la humanidad sufriría de su uso descontrolado, llevándola a una decadencia solo sofocada gracias a la revuelta religiosa y la conversión de la sociedad a la nueva Fe.

Grupo de guerreros Fremen y su lider (escena de la versión cinematográfica de David Lynch) A través de este escenario, su autor nos muestra ya en aquella época algunos de los más grandes y graves problemas que hoy en día afectan a la sociedad occidental: además de los efectos que la dependencia de las drogas para aumentar el rendimiento pueden producir en el ser humano, o la similar dependencia que occidente tiene del petróleo proporcionado por dictaduras de medio oriente; en la Saga Dune se observa otro concepto importante relacionado con el fundamentalismo religioso, el otro gran problema: la fe ciega de los Fremen en la llegada de un mesías salvador con capacidad para llevar al pueblo nativo del planeta de la especia melange y los gusanos gigantes, a la tierra prometida.

Esto, que para muchos es una superstición inútil y falsa, Frank Herbert lo plantea de la siguiente manera: ¿no fue esta Fe inquebrantable la que posibilitó la profecía de la llegada de su mesías, el Kwisatz Haderach, aunque «unicamente» fuera un ser humano con capacidades especiales producto de selección genética y modificado por la especia, que pasaba por allí? ¿no es esta fe mística y sin necesidad de explicación racional, la que une a los humanos en la cruzada contra los ordenadores y se libra así de su extinción como especie, o que permite a los fremen derrotar a los temibles guerreros Sardaukar del emperador? En Dune, su autor nos muestra la importancia de La Fe, como algo que poseería un valor por si mismo con capacidad para mover montañas, aunque no requiera de ninguna explicación ni justificación para el que la profesa.

Herbert insistiría con el tema pocos años después, y antes de acabar la que vendría a convertirse en una de las más impresionantes sagas de la literatura, especula en su obra menor Los creadores de Dios (1972) con una sociedad que piensa que los Dioses son un tipo de criatura más que puede ser creada si se conocen las técnicas adecuadas, confundiendo lo profano con lo que antiguamente la humanidad había considerado como místico, que no era más que una definición ideada como consecuencia de la ignorancia sobre las fuerzas que se manejaban.

Solaris (Stanislav Lem, 1961)

Portada de una de las ediciones de Solaris, de Stanislav Lem El planeta Solaris es objeto de estudio desde hace décadas por parte de los científicos humanos, sin que puedan determinar la naturaleza de las reacciones que se observan sobre la superficie del mar protoplasmático que cubre toda su extensión. Kris Kelvin, el científico enviado para averiguar el extraño comportamiento de los tripulantes de la más atrevida misión de exploración del planeta, descubrirá finalmente la verdadera condición de lo que hay tras la actividad del misterioso océano. En esta magnifica obra del escritor de origen polaco Stanislav Lem, se muestra como en el vasto universo aún por conocer, pueden existir formas de vida y entidades dotadas de inteligencias completamente inimaginables para la mente racional de los seres humanos, pero que sin embargo, aunque en la obra no se menciona explícitamente, se han venido representando en forma de dioses desde el principio de los tiempos.

Conclusión

«Galactus», ser que habita en el cosmos desde antes de su creación en el «Big Bang», equivalente a lo que desde un punto de vista místico se le llamaría Dios y habitual en los cómics de supeheroes La diferencia entre el misticismo y la especulación científica, puede que consista tan solo en un matiz cultural provocado por las enormes diferencias coyunturales de las distintas épocas. ¿Que otra explicación podían darle las personas a la lluvia o al viento, en épocas donde ni siquiera se conocía lo que era la presión atmosférica, o ni siquiera se sabía lo que era el aire? ¿que explicación se le podía dar al fuego, algo tan excepcional en aquellos tiempos y que los seres humanos manejaban sin comprender en absoluto lo que había detrás de él, sino que había sido robado a los dioses? En la Grecia Clásica, lugar donde se fraguaron la filosofía, los sistemas políticos actuales y parte de la ciencia moderna, explicaban los aparentes caprichos meteorológicos al Dios Eolo, lo que no les impidió —ni a ellos ni al resto de las culturas que dominaron el mediterráneo con creencias equivalentes— fundar un imperio económico que a la postre, posibilitó la creación de la cultura occidental.

La religión sea tal vez una consecuencia inevitable de la imaginación humana, que necesita ponerle cara a las fuerzas que intervienen a su alrededor y para ello crea imágenes de seres antropomórficos o entidades multiformes con superpoderes, cuyo límite solo estaría impuesto por la cultura o prejuicios de la época.

Puede que, tal vez en el fondo, las religiones no sean más que lejanas historias de ciencia-ficción.

Enlaces



Publicado posteriormente en el portal Planetas Prohibidos el 29 de diciembre de 2013
Publicado posteriormente en el blog Fisiones el 4 de Enero de 2014

[Nota: este artículo se publicó inicialmente el 30 de julio de 2009, siendo retocado y publicado de nuevo en su forma actual]
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Fuente: ¿como actuaría
Batman frente al
movimiento Occupy?
El estreno en la gran pantalla de la tercera parte de la trilogía de Batman ha suscitado algunos comentarios y artículos por parte de personas de ambos lados del océano, que han querido ver una carga crítica e incluso difamatoria de la película hacia el movimiento Occupy Wall Street —el equivalente norteamericano del 15M español—. Me ha parecido relevante por cómo la coyuntura política puede influir a la hora de percibir el mensaje de una película, la cuál estoy bastante seguro que de haberse estrenado en otro momento no habría ocasionado estas reacciones. Por este motivo he decidido compartir mi impresión sobre el tema, y pienso que muchos de estos comentarios críticos son debidos a algunas aparentes analogías.
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Batman adquirió en la década de los 80 el aire oscuro y trágico que actualmente refleja, alejándolo de aquellas operetas algo absurdas e incluso ridículas en ocasiones, que la pareja de Batman y Robin protagonizó en los 60. Uno de los responsables de esta renovación es el reconocido dibujante y guionista de cómics Frank Miller. Se dice que Christofer Nolan se basó para la tercera parte de su trilogía (The Dark Night Rises), en el cómic The Dark Night Returns de dicho autor, entre otros. Aunque ignoro si el director deseó plasmar en ella la posición ideológica del famoso dibujante y guionista, ésta ha sorprendido en cierta medida, sino por su color, si por su dureza. Este señor calificó de la siguiente manera al conocido movimiento Ocuppy Wall Street norteamericano:
"Occupy" no es más que una manada de borrachos, ladrones y violadores, una multitud ingobernable, alimentada por la nostalgia de la era de Woodstock y falsa justicia podrida. Estos payasos no puede hacer nada sino dañar a Estados Unidos.

No obstante, según las mismas fuentes, otro de los autores en los que Nolan se ha basado, en este caso para la segunda parte (The Dark Night), es el también guionista Alan Moore —de su cómic The Killing Joke— con un prestigio equivalente o mayor incluso que Miller. En este caso, Moore destaca por ser opuesto en cuando a su opinión —y por lo visto, bastante más moderado—:
“Occupy es sólo gente recuperando los derechos que siempre debieron ser suyos”

[Atención: contiene «spoilers»]

Batman: la leyenda renace

Esta tercera entrega partía con la misión de cerrar el ciclo del héroe y dejarlo convertido en una leyenda sobre la que pudieran derivarse las conocidas historietas de los cómics. Lo consigue, aunque con demasiados giros forzados e incómodas incertidumbres:

  • La caída y posterior ascensión del mito heroico se intenta articular a través de una «caída en un pozo» y posterior salida del mismo, el cuál es una prisión de lo más peculiar —obviamente, su significado es simbólico—. Hay que añadir la «milagrosa» curación de la pierna, que hasta ese momento le hacía andar en bastón o con un arnés especial.
  • Bane pasa de ser un aspirante a villano digno sucesor del Joker, a convertirse en un pelele una vez se conoce la verdadera condición de la ultra-ecologista Miranda. Si bien esto es admisible, no deja de parecer un desperdicio.
  • El final de la película recuerda al bucólico final-pegote de la primera versión de Blade Runner, por estar rodeado de extrañas incógnitas sin resolver, que no acaban de cuadrar con el resto del metraje.

En definitiva, para tratarse de una película de súper-héroes el resultado es digno y estéticamente más fiel al cómic. El problema lo tienen —tenemos— los que la comparan con la segunda parte, que esperaban una continuación de su coherencia y realismo.

La carga política

Obama -  The Joker
Es admisible que una obra refleje la orientación ideológica de los creadores y responsables que hay detrás de ella. Lo denunciable es que lo hagan de forma engañosa o parcial, pretendiendo llevar a cierto terreno al espectador. Es decir, de manipularle. A grandes rasgos las orientaciones ideológicas existen de forma similar a como existen las religiones: si fuera posible refutarlas no existirían. Entran en el terreno de lo no falsable. Personalmente no creo que exista ninguna ideología que suponga la solución a todos los males de la Humanidad. Para empezar, porque nuestro principal mal somos nosotros mismos. Por tanto, todas la ideologías pueden tener presupuestos válidos, siendo en su aplicación práctica cuando comienzan a salir los problemas. Aquí es cuando el dogma ideológico y su falta de objetividad comienza a aflorar y estos problemas se ignoran. A esto se le añaden vicios típicos como el maniqueísmo y la manía de simplificarlo todo a un «o conmigo o contra mi». Cuando esto confluye, se sobreviene el enfrentamiento en interminables discusiones de besugos.

Para analizar la carga política de Batman hay que tener en cuenta pues estos dos factores: uno), si nos molesta o no el mensaje y dos), en caso de que nos moleste, si lo hace por no coincidir con nuestro parecer particular o en cambio, por ser un mensaje confuso, incoherente o engañoso. Antes de hacer ninguna apreciación precipitada, lo más acertado parece que es partir de la opinión de los propios responsables. Nolan ha afirmado que no se ha pretendido utilizar la película para la crítica hacia ningún grupo concreto —la traducción es mía—:
He tenido numerosas conversaciones con personas que han visto la película al revés. (...) Planteamos un montón de preguntas interesantes y las dejamos en el aire, simplemente como telón de fondo. Lo que realmente estamos tratando de hacer es mostrar las grietas de la sociedad, mostrar los conflictos en los que alguien podría incidir para dividirla. Se pueden obtener interpretaciones muy diferentes de lo que la película está apoyando o dejando de hacer, pero no se trata de nada de eso. Se trata simplemente de contar una historia. Si usted me dice: "¿Ha hecho una película con la intención de ser crítica con el movimiento Occupy Wall Street?" - Bueno, obviamente, eso no es cierto.  

Chistopher Nolan (declaraciones a la revista Rolling Stone)

Lo que ocurre es exactamente eso: se trata de contar una historia con determinadas conexiones con la actualidad, para una mejor identificación del espectador, ni más ni menos.  Puede resultar interesante buscar algún tipo de mensaje político el cuál, sea intencionado o no, puede existir. Batman ha pasado del puro y simple entretenimiento, a lograr despertar en la sociedad reacciones más viscerales. Tal vez demasiado.

(continúa en Ocuppy Gotham)


Publicado posteriormente en Planetas Prohibidos el 30 de septiembre de 2012
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"Los Vengadores" originales. O casi.En artículos anteriores analizaba la por aquel entonces incipiente "fiebre" de adaptaciones de superhéroes al cine. Quedaba por venir desde entonces, si no recuerdo mal: Batman: el caballero oscuroIron Man 2, Linterna Verde, Capitán América, Thor; dentro de poco los reinicios de Spiderman y Superman, y por supuesto, Los Vengadores.

Decía en aquellos momentos que el género de los superhéroes no estaba viviendo unos buenos momentos, citando como principal evidencia la compra de una compañía insignia de este género como (¿sigue siendo?) MARVEL, por otra de características tan peculiares como la Disney, especializadas en aprovecharse de el público infantil. Esta situación no parecía presagiar nada bueno.

Sin embargo, el gran éxito que merecidamente está cosechando en los cines esta adaptación del famoso grupo de superhéroes  (que cumplirá nada más y nada menos que 49 años en septiembre), y la euforia de los que llevan tanto tiempo esperando una adaptación de características épicas como la mencionada, puede hacer pensar que el genero de superhéroes tiene para rato. Probablemente sea así, pero antes de lanzar las campanas al vuelo, pensemos detenidamente.

Que una idea que surgió hace 50 años sea lo que ahora esté triunfando en las grandes salas comerciales, no es tan buena noticia. No estoy seguro que lo sea ni para el propio género de los superhéroes. Es más bien una constatación de varias cosas:

  • Cambio de modelo o inversión: el paso hacia las series de TV del peso del esfuerzo creativo que hasta ahora era característico del cine, mientras que en este medio se suceden las precuelas, secuelas y "spin-offs" de personajes y temas provenientes de otros ámbitos, "serializándose" en las grandes pantallas definitivamente la practica totalidad de los éxitos.
  • Cura paliativa temporal para los superhéroes: que se estén reviviendo en las grandes pantallas ideas de hace medio siglo, es un "balón de oxigeno" que de momento, no hace otra cosa que retrasar el "momento final" en donde habrá que hacer frente a "la crisis".
  • Rescritura al son de las necesidades comerciales de taquilla de las principales señas de identidad de las más famosas sagas de superhéroes de cómics, que incapaces de evolucionar, han de depender de los éxitos comerciales cinematográficos más que en el propio atractivo.

Por otro lado, es una forma de que las nuevas generaciones disfruten de este género. Los hábitos actuales distan seguramente mucho de los que teníamos hace 40 años, época en la cual nos teníamos que contentar con el "esfuerzo de leer" tebeos, y alguna que otra serie de tv. En este sentido, está por ver si en esta época de crisis, la justificación sociológica que siempre han tenido los héroes mitológicos desde que existe la Humanidad, encuentra en esta moda una salida adecuada. Si me perdonan los lectores que me autocite, me gustaría recordar lo que comentaba hace año y medio, allá por diciembre de 2010:
Vivimos una nueva era del género súper-heroico, que tal vez sea la última. Queda ver cuando se agotará definitivamente su uso comercial y el actual culto al héroe pase de nuevo al olvido (...) Cuando llegue un Quijote que los desmitifique definitivamente significará que el mundo a nuestro alrededor estará cambiando y ya no los necesita. De no ser así, a buen seguro que otro tipo de héroes los sustituirá.


Lo dicho. Veremos que viene tras Los Vengadores cuando su tirón comercial no sea el mismo. Veremos qué héroes los sustituyen si somos capaces de crear unos nuevos, o se deberán reversionear los mismos. Todo esto por supuesto, si dentro de unos años los seguimos necesitando.



Artículo publicado originalmente en el blog Planetas Prohibidos el 1 de mayo de 2012
Artículo publicado posteriormente en El Sitio de ciencia-ficción el 5 de mayo de 2013
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Para no heredar continuamente la deuda que necesariamente se contrae cuando decides llamar a un blog de igual forma que un libro, como en este caso, he decidido cambiar el nombre del mismo por el que pueden comprobar en la cabecera: Al final de la eternidad.

El resto de direcciones, canales de suscripción, etc, queda exactamente igual. No he cambiado a otro nombre más diferente, para poder continuar con el resto de configuraciones como hasta ahora.

El homenaje y la inspiración (obviamente), continúan recayendo en la misma obra de Isaac Asimov. El resto trata, como siempre, de la ciencia-ficción. 

Espero que les guste.


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image Las diferencias que a la luz de la ciencia actual existen entre una máquina inteligente (o que pretenda serlo) y un ser humano, parece que van a existir durante mucho tiempo, hasta que se produzca el descubrimiento de alguna nueva técnica de construcción y programación de ordenadores completamente distinta de la actual, y aún por conocer.
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LA, 2019Es innegable la influencia que Blade Runner (BR) ha tenido en la cinematografía posterior y en una buena parte de la ciencia-ficción. La postmodernidad y el ciberpunk, comparten con ella su estética y cierto mensaje pesimista. Sobre este aspecto, cada autor tiene libertad a la hora de escoger el ambiente y el mensaje que desea transmitir. La misma que tenemos los aficionados y seguidores para decir lo que pensamos.

La verosimilitud 

El mundo que se nos presenta en BR es decadente hasta el punto de que todos los que aparecen en la obra son cómplices de la situación o victimas más o menos inconscientes del sistema. Nadie parece que pueda ofrecer alguna alternativa a la deprimente y generalizada situación de Los Ángeles, en el año 2019 —una característica común a todo el género del ciberpunk: un regodeo en la decadente forma en la que la especie humana hace uso de la tecnología— ¿Es realista hacer una total extrapolación hacia el lado más pesimista, o es en definitiva, tendencioso y poco verosímil?.

Los ajenos al género creen que en la ciencia-ficción «vale todo», ya que es «fantasía». Mucho se ha hablado de este tema y sería demasiado largo hacerlo ahora, pero los más veteranos del género saben que no es así. Mientras que la fantasía se preocupa de poco más que de la estética —literaria o visual—, en la ciencia-ficción suelen haber ciertos límites a la hora de escoger los elementos que van a formar escenario y personajes. La solución escogida puede condicionar el resto de la historia, sobre todo si surge como resultado de hacer la pregunta ¿Qué pasaría si...? —el famoso What If...? de la ciencia-ficción anglosajona—. En el ciberpunk, sin embargo, hay más preocupación por el mensaje que por el entramado de la historia. En este genero es más importante el resultado, que el camino que ha conducido a él. Hay quien piensa que por estos motivos se aleja de la ciencia-ficción tradicional, constituyéndose como un ámbito cultural independiente.

La parcialidad

Philip K. Dick se entusiasmó al ver un primer pase de Blade RunnerAunque los héroes no son más que mitos, en determinadas situaciones un individuo puede manifestar actitudes que le conviertan en uno de ellos. Tampoco se ha de pasar por alto la inevitable existencia de grupos de activismo que se oponen por unos motivos u otros a la situación imperante. Algunas veces, cuando lo peor está por llegar, puede acabar saliendo algo de nuestro interior que haga mantener la esperanza en la especie Humana. Nada de esto se vislumbra en BR, quedando empapada de un derrotismo irreal y enfermizo. Aunque es una adaptación libre de la novela Sueñan los androides con ovejas eléctricas(Philip K. Dick, 1968), parece que quedó contagiada de la habitual depresión que su autor volcaba en sus obras —el propio autor la elogió excepcionalmente en un pase privado poco antes de su fallecimiento—.

Es parcial, al mostrar sólo aquellas facetas que interesan, ignorando otras cuya inexistencia crea lagunas de complicada explicación. De ser como parece deliberado, confirmaría que ha primado el mensaje, supeditando el resto de factores a su exposición. De nuevo, se aleja de una de las señas de la ciencia-ficción más purista, en la que la correcta descripción del entorno es un requisito fundamental, tan importante como la propia historia.

Guión trampa

Suelen acudir a blogs y foros de debate, lectores interesados en cuestiones de tipo filosófico presentes en BR. En esta película se plantean algunas de las más relevantes cuestiones filosóficas que atañen al ser humano. Claro que el mero hecho de plantearlas no es un mérito realmente. Esto es habitual en muchas obras, no sólo de ciencia-ficción. Lo bueno de BR sería la forma de hacerlo —abusando de las posibilidades del género para poder mostrar una visión determinada de la realidad sin estar sujeta a sus limitaciones— si no fuera porque su parcialidad y sus lagunas intencionadas dan a entender que en alguna parte de la película, se esconden respuestas a las dudas existenciales que atormentan al género humano. Estas por supuesto, no existen, llevando su ausencia a los aficionados a perderse en un mar de dudas y confusión filosóficas, pudiendo ser tan nocivas como si de errores se tratase.

Por añadidura, las diferencias entre director y productores ocasionaron una serie de revisiones en el guión que tuvieron como consecuencia una primera versión de la película con incongruencias importantes —como el bucólico final-pegote—. Posteriormente, Ridley Scott publicó su versión «corregida», pero ya era tarde: una multitud de aficionados ya había especulado todo lo especulable sobre la primera versión, sin saber dónde se estaban metiendo. La aparición posterior de la versión del director, trajo la división y el descontento a muchos aficionados, que preferían la primera o continuaban confundidos al tener que reparar en detalles de la película como fotografías dejadas caer, unicornios oníricos, o misteriosos destellos en los ojos, para encontrar una explicación satisfactoria que en el mejor de los casos, aún resulta bastante rebuscada.

La coherencia interna

Aceptemos de partida que la solución que el director muestra en su versión es coherente en última instancia. Admitiendo que la intención original era la de presentar a Deckard como un replicante, victima y esclavo inconsciente de un sistema endiablado para mantener el orden, quedaría el argumento base de la siguiente manera:
  • Deckard es un replicante construido para poder retirar a otros replicantes, y ahorrarse la tediosa faena.
  • Para poder dedicarse a ella sin remordimientos, Deckard no debe conocer su verdadera condición.
  • Para ello, le han de dotar de recuerdos, como Rachel, para ser prácticamente indistinguibles de un ser humano al tener empatía.
  • Adicionalmente, le han de retirar fuerza física, ya que de lo contrario se evidenciaría su condición de replicante.

Sin embargo, esto presenta varios inconvenientes:
  • La fuerza física. La supuesta solución parte de entrada con una debilidad, frente al problema que ha de resolver.
  • La programación. La cuestión de cómo se les programa a los replicantes se deja en el aire para no entorpecer la historia, en detrimento de la construcción de un escenario sujeto con alfileres.
Deckard, pasándolas canutas en la cornisa de un edificio
Aunque se puede suponer que la debilidad inicial es un handicap que atañe exclusivamente al Blade Runner —el cuál no es más que carne de cañón que puede ser sustituido— no deja de ser una solución poco eficiente. La ausencia de explicación sobre la programación de los replicantes, lugar y momento en el que se deberían haber hecho las correcciones necesarias para evitar los problemas posteriores, es una carencia que en una obra de ciencia-ficción como tal tiene menos justificación.

Si bien esta situación tenía su razón de ser en la novela de Mary Shelley (Frankenstein o el moderno Prometeo, 1818) al ser producto aislado de un desequilibrado, en este caso resulta inverosímil pensar en el cúmulo de despropósitos que se han tenido que dar para que toda la Humanidad se aboque al absurdo de fabricar seres humanos artificiales cuya programación no controla, que son extremadamente peligrosos en potencia, prácticamente indistinguibles de un ser humano, y cuya forma de tenerlos a raya es mediante otros humanos artificiales pero con menor capacidad física, engañados y confundidos mentalmente, al borde de la depresión. Asimov lo tenía bastante claro: los humanos no fabricarían entidades a su imagen y semejanza salvo que se tuviera completamente controlado el asunto de su programación.

Si para salvar todo esto se prefiere volver a la opción de considerar a Deckard un humano más, sencillamente ciertos pasajes de la historia no se sostienen, como el misterioso unicornio de papel que Gaff deja en el vestíbulo del apartamento de Deckard , o la enigmática frase pronunciada por el mismo personaje «lastima que ella no pueda vivir, pero ¿quien vive?»

El mensaje

Si bien la trampa en la que la Humanidad se ha metido descrita en la película puede parecer absurda, cierto es que no hay más que echar un vistazo a nuestro alrededor para comprobar como tristemente, el ser humano encamina sus pasos con bastante decisión a situaciones muy similares: «terroristas-replicantes» que caminan junto a personas corrientes, un medioambiente terráqueo que va a peor, «Drones» sobrevolando los cielos, «smartphones», redes de comunicación y tecnología por doquier, mientras nos vemos sumidos en una de las crisis económicas más gigantescas de la Historia, a la cual hemos contribuido todos en alguna medida, y hemos de asistir a escenas en la que gente es desahuciada de sus viviendas, quedando abandonadas.

mercaderes del espacio portadaSi bien la capacidad profética de BR es innegable, no es la única ni la primera obra de ciencia-ficción en este sentido. Mercaderes del espacio (Frederik Pohl-C.M. Kornbluth, 1954) muestra un planeta Tierra dominado por las corporaciones financieras que lo han esquilmado de recursos, mientras existe una brutal división de clases. Tanto los de una clase como los de otra, viven sumidos inconscientemente en un sistema que les lleva irremediablemente a la ruina, necesitando colonizar hasta el mismísimo planeta Venus, un autentico infierno. En esta obra también el autor vuelca en ella cierta inevitable subjetividad, mostrándonos una situación global que no parece tener tampoco remedio. Sin embargo, no se pasa por alto el también conocido dicho de «se puede engañar a algunos todo el tiempo, a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos, todo el tiempo». El trasfondo de ambas obras es un mismo o muy similar mensaje político, pero en BR se le envuelve de excesivas pretensiones filosóficas en temas recurrentes, que le dan una apariencia distinta a la que realmente es: cine político.

En relación a este mensaje, algo bueno que tiene la revisualización de BR a lo largo de los años es que se advierten nuevos matices en función de las experiencias del espectador. Remueve especialmente la forma en la que Deckard va adquiriendo consciencia de su verdadero papel en el sistema. El mensaje de la película es que los replicantes que aparecen en ella representan a los humanos de nuestra vida cotidiana. Especialmente a los simples ciudadanos que han estudiado carreras universitarias sin futuro o llevan trabajando y esforzándose durante años, para ahora comprobar como todo eso no era más que una pequeña pieza de otro plan mayor, que nadie les había contado. Ni habían contado con ellos.

Pero para transmitir este mensaje de critica social o política, se utiliza un formato de ciencia-ficción sin atender su propia ortodoxia, convirtiéndola en una excusa, en lugar de ser el vehículo. Un debate filosófico artificial y deliberadamente confuso, dónde se presenta a los humanos paradójicamente carentes de humanidad, en una reducción al absurdo. Un caos recurrente sin salida, que oscila entre el complejo de Frankestein para los humanos, al de Edipo para los replicantes. Y viceversa.

Conclusión

Mercaderes del espacio es un clásico literario de la ciencia-ficción, pero poco conocido entre el gran público. La película de Ridley Scott está basada en otra obra literaria, aunque mediocre en comparación con la anterior. Sin embargo, ha cosechado una mayor popularidad gracias a que el cine tiene un espectro de masas mucho mayor que la literatura. Su salto a la gran pantalla le ha permitido alcanzar popularidad en círculos a los que no hubiera llegado de quedarse en formato literario, saliéndose de ambos ámbitos para ir al terreno de lo social y político. Aunque no carece de virtudes cinematográficas —por supuesto— el éxito posterior al estreno de esta película no fue tanto por ellas como por lograr contentar a un pujante e influyente sector cultural de ideas políticas coincidentes, relacionado con el ciberpunk que marcaría las décadas posteriores.

Star Trek también influyó en otros ámbitos sociales fuera de su entorno original, trascendiendo de él. Sin embargo, la influencia consistió en este caso en poner la ciencia-ficción como recurso para comprender o superar problemas del momento. En el caso de Blade Runner fue al contrario, politizando la ciencia-ficción y fomentando las tendencias pesimistas que nos han acompañado hasta hoy, ignorando la utilidad inspiradora y motriz de la ciencia-ficción clásica y racional que nos acompañó desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta principios de los años 80, época de la exploración espacial y la Guerra Fría.

Paragüas Star-Wars-Blade-RunnerPor otro lado, un número significativo de seguidores de BR lo son principalmente de esta película, considerando al resto del género como simples comparsas «poco serias» de entretenimiento y evasión En este aspecto en concreto ocurre algo parecido con Star Wars y el género de la space opera: aunque ya se conocía la planet opera —clara precursora de la ópera espacial— esta habría pasado desapercibida si no se hubiera estrenado la trilogía original en el cine. De la misma manera, muchos aficionados de la epopeya galáctica de George Lucas lo son en concreto de Star Wars, ignorando prácticamente el resto de obras más características del género.

Blade Runner es una gran película por la influencia estética y cultural que ha marcado en las décadas posteriores. A esta circunstancia se le añade que es de ciencia-ficción. Pero no significa que sea una «gran película de ciencia-ficción». La prospectiva y la especulación realistas no son explotadas de forma eficiente como en otras obras de este género. Menos aún puede calificarse por tanto como «obra cumbre de la ciencia-ficción», para luego destacar en ella aspectos comunes al arte en general como su contenido filosófico —un adorno barroco y enrevesado—, su critica social —parcial y politizada— o su capacidad profética —llevada a extremos inverosímiles—, mientras que otros aspectos más propios suyos como la coherencia, la verosimilitud o la capacidad inspiradora,  permanecen en un segundo plano o son inexistentes.

Referencias:

Artículo publicado posteriormente en el blog Planetas Prohibidos el 25 de junio de 2012
Artículo publicado posteriormente en El sitio de ciencia-ficción el 12 de noviembre de 2017



[Artículo revisado el 8 de diciembre de 2015. Publicado en su día como contestación al comentario de un amable lector sobre un artículo de Blade Runner (BR), cuya impresión sobre el mismo es que era demasiado «enciclopédico» y deseaba conocer mi opinión de la película. Aunque agradezco a este lector su interés, lo cierto es que las opiniones personales son el último recurso al que hay que acudir. Alguien expresó una vez de forma muy gráfica lo que quiero decir: las opiniones son como los culos: cada uno tiene el suyo]
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