El pintoresco «Doc» Emmet Brown de «Regreso al futuro», cuya estética recuerda poderosamente a la de Albert Einstein, científico cuyos descubrimientos y personalidad tuvieron una influencia decisiva incluso hoy en día en muchos aspectos, pero sobre todo en la imagen que los científicos ofrecen a la sociedad
No pretendería buscar conceptos científicos en las obras de la ciencia-ficción. No porque no los haya en ocasiones, sino porque no es intención de este género el tenerlos. Por un lado, porque la ciencia-ficción consiste precisamente en transgredir la ciencia, y por otro, porque este género no posee unos límites precisos que aseguren la coherencia en el método científico. Serán la creatividad de sus autores y el entretenimiento de su publico, los principales objetivos. Como en cualquier otro tipo de obra.

Sin embargo, la ciencia-ficción se diferencia del resto del género fantástico en que intenta dar a sus obras el máximo realismo posible. Este realismo —o más bien habría que decir «ilusión de serlo»— se logrará en función del autor y del público. Aunque la ciencia-ficción más convencional suele usar escenarios reconocibles —pero inverosímiles— para contar lo mismo de siempre; en ocasiones, el realismo consistirá en usar esos escenarios para contar historias que sin ellos sería imposible de hacer. En otras, en un uso más o menos escrupuloso del método científico, para que los postulados y las consecuencias que se deriven de ellos resulten plausibles, aunque  ficticias.

Pero el dicho dice «en ocasiones, la realidad supera a la ficción». El ser completamente consecuente con el método científico puede hacer a una obra ininteligible para sus lectores, resultando peor el remedio que la enfermedad. Bien por carecer estos del suficiente estímulo científico, o bien porque aún siendo coherente, no resulte lo suficientemente verosímil debido a causas político-culturales de todo tipo, presentes en la sociedad: prejuicios, manías, modas, tendencias, etc.

Aún así, la ciencia-ficción puede tener un carácter didáctico muy importante, al permitir ponerse en la piel de su autor para deducir y comprender las razones de escoger una solución determinada, en el universo particular que ha creado para ubicar su historia. Además, es útil para realizar «experimentos mentales», estimulando el conocimiento de los parámetros científicos utilizados, inventados u omitidos. En palabras de Miquel Barceló:
Son precisamente esas maravillas de la ciencia ficción las que atraen, como no podía ser menos, a los jóvenes que se interesan fácilmente por su temática y contenidos, encontrando en sus contactos con la ciencia ficción motivo de diversión pero también de reflexión original y prometedora.


Como creo que yo también fui uno de esos jóvenes a los que la ciencia-ficción les marcó para siempre, dedicaré una serie de artículos a estas reflexiones sobre aspectos científicos evocados a partir de la ciencia-ficción. La serie se llamará «Buena ciencia», y con ella deseo mostrar mi gratitud hacía todos los que con su legado, han posibilitado la ciencia-ficción tal y como la conocemos.


Publicaciones sobre ciencia en Al final de la Eternidad

[Publicado posteriormente en el Sitio de ciencia-ficción el 29 de marzo de 2015]
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La encantadora «Princesa Leia Organa», armada con un «Blaster»Para ciertos aficionados al género, Star Wars se incluye con dificultad dentro de la ciencia-ficción. Se puede admitir esta postura, naturalmente, pero llega siempre un momento en el que hay que tomar una decisión. La saga de George Lucas tiene elementos tanto de fantasía en cuanto a la trama, como de ciencia-ficción por el entorno en el que se desarrolla. Esta situación propicia que cada uno se empeñe en encasillar con calzador en el género que mejor cuadre con su particular deseo.
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